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El póker necesita un reloj

El póker necesita un reloj
Federico Marín Bellón el

Con la introducción de las cámaras que permiten ver las cartas de los jugadores, el póker se convirtió de repente en un espectáculo televisivo. El juego se enfrenta ahora a una nueva revolución, la introducción de algún mecanismo para limitar el tiempo que los participantes pueden pensar sus decisiones, algo que el ajedrez resolvió a mediados del siglo XIX, al principio con relojes de arena. El baloncesto también ganó desde que se limitaron las posesiones. Una medida similar evitaría parones tan exagerados como absurdos, que cansan a los jugadores y al público.

Se atribuye a Paul Morphy, junto a Bobby Fischer el mejor ajedrecista americano de la historia, una anécdota de la época en la que las partidas de ajedrez podían durar días. Los jugadores no tenían un límite para pensar cada jugada y estaba mal visto meter prisa al rival. Un día, sin embargo, y después de esperar mucho tiempo una jugada (cuenta la leyenda que pasaron cinco horas; algunos añaden que el maestro en cuestión era Louis Paulsen) a Morphy se le acabó la paciencia y dijo algo así: «Perdone, pero ¿piensa mover alguna vez?», a lo que su rival, sin inmutarse, respondió: «¡Ah!, ¿me tocaba a mí?».

En el ajedrez se usan relojes incluso en partidas callejeras entre aficionados. Foto: Wikipedia

El póker, un juego mucho más moderno, se halla en el siglo XIX en ese aspecto. El ajedrez superó incluso la transición de los relojes analógicos a los digitales, un cambio evidente que al principio también se vio con recelo. La primera vez que fui a un torneo de póker me sorprendió comprobar que a menudo los jugadores se ponen a pensar una jugada comprometida (otros lo hacen siempre) y que, en raras ocasiones, porque también está mal visto, otro participante reclama y pide tiempo. Solo entonces el director del torneo o el crupier empiezan una cuenta atrás.

Según cuentan en Card Player, en el último Poker Classic de Los Ángeles, correspondiente al World Poker Tour, se preguntó a los jugadores sobre este asunto y más del 80 por ciento apoyaban la utilización de un reloj. Mike Sexton, una leyenda de los tapetes, es uno de los que quieren implementar esta medida, a ser posible antes de 2015. Daniel Negreanu la lleva reclamando varios años.

Una ventaja evidente sería que, al acelerar el juego se verían más manos a la hora y las estructuras de los torneos mejorarían. Cuantas más manos, menos influye el azar y más influye la habilidad. Por lo visto, uno de los inconvenientes que se citan es lo caro que resultaría algo así, aunque si el ajedrez se lo puede permitir incluso en torneos de aficionados, no parece que tenga mucho sentido este argumento. También se alega que habría que entrenar a los crupieres (ni que tuvieran que desactivar una bomba) y que el reloj podría intimidar a los aficionados y ahuyentarlos de los torneos.

Yo creo que todos estos temores se disiparían visitando cualquier torneo de ajedrez de barrio. Lo único que habría que determinar es el tiempo por jugada, posibles incrementos y cambios de tiempo o incluso que al principio fuera el crupier quien lo activara solo cuando un jugador se retrasa. No es tan distinto de lo que hacen los jueces de silla cuando lanzan una advertencia a los tenistas cuando emplean más tiempo del debido en sacar.

Es muy posible que el lector tenga otras ideas al respecto.

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