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Fabiano Caruana, tras los pasos de Bobby Fischer

Fabiano Caruana, tras los pasos de Bobby Fischer
Shakhriyar Mamedyarov, fiero hasta el final, demostró por qué es el segundo mejor clasificado por puntos Elo. Fotos: FIDE
Federico Marín Bellón el

Berlín vivió ayer una última jornada del torneo de Candidatos apasionante, uno de los mejores de la historia. Hasta cuatro jugadores llegaron a la recta final con opciones de ganar la competición y el derecho a retar al campeón del mundo. El italoamericano Fabiano Caruana, de 25 años, hizo valer su ventaja e incluso la aumentó para proclamarse vencedor. Ahora podría ser el primer campeón estadounidense desde que en 1972 Bobby Fischer arrebató el título a Boris Spassky.

Gata Kamsky, nacido en la Unión Soviética, lo intentó como americano en 1996, pero cayó ante Anatoly Karpov. El duelo entre Caruana y Magnus Carlsen tendrá lugar en noviembre, en Londres. El propio noruego felicitó anoche a su próximo rival, dijo que su victoria había sido «merecida» y le deseó suerte para su encuentro, sin maldad ni dobleces. «Quizá ahora esté preocupado», bromeó el estadounidense en la rueda de prensa posterior a su triunfo.

La ronda del Candidatos empezó con unas rápidas tablas entre Levon Aronian y Wesley So, quien tampoco tenía mucho que conseguir y se apiadó del armenio, que puso punto final al peor torneo que se le recuerda. Que el favorito haya acabado último dice mucho de la dureza de esta competición.

El líder, Fabiano Caruana, afrontaba varios problemas. Llevaba las negras contra Alexander Grischuk, capaz de ganar a cualquiera, y no podía aferrarse a unas las tablas, aunque luego confesó que era el resultado que esperaba. «Peor habría sido peor volverme loco», dijo. Sin embargo, en caso de ser alcanzado por sus perseguidores habría quedado por detrás, según el absurdo sistema de desempate. Con lo fácil que sería proceder a las partidas rápidas para resolver estos casos. Es como si les diera pereza organizar una jornada más.

El duelo fue bonito desde los primeros compases, quizá demasiado concreto para los gustos filosóficos de Fabiano, quien no obstante se defiende bien en cualquier terreno, una de sus virtudes. Su primer objetivo era, en efecto, tener siempre las tablas a mano, dejando una puerta abierta a las complicaciones por si Mamedyarov o Karjakin se anotaban el punto. Por suerte para él, ninguno tuvo demasiadas opciones.

Shakhriyar Mamedyarov también jugaba con negras contra Vladimir Kramnik, al que se le notaban las ganas de despedirse a lo grande. Quizá fuera esa la mejor opción para el azerbayano, que pareció comprenderlo a la perfección, porque en una posición en la que ambos repetían jugadas esperó a que su rival se apartara de la carretera, cuando el necesitado era él. Fue un movimiento de póker. Antes de esto, Kramnik ya había sacrificado un peón a cambio de una excursión gratis por el enroque enemigo. Valiente hasta el final, dio una lección de pundonor.

La última partida no era menos trascendente, dado que tanto Ding Liren (único invicto) como Sergey Karjakin tenían posibilidades de ganar el torneo, aunque para el chino habría sido una carambola. Que no estuvo tan lejos de ocurrir, porque Karjakin comprobó de forma cruel que antes de ese día había sido demasiado conformista. No iba a ser el primero en derrotar al chino después de catorce partidas. Ding igualó con la suficiencia que lo caracteriza, luego apretó y vio que la muralla rusa tenía más grietas que la suya, a pesar de que su alfil valía bastante menos que el caballo blanco. La duda era si podría asaltar la fortaleza que siempre monta Karjakin cuando se ve en dificultades.

Como siempre, en la partida de Grischuk las cosas pasaban más despacio, pero en la jugada 16 el ruso dio un zarpazo en el centro que obligó a las damas a abandonar el tablero. Para su sorpresa, las negras emergieron algo mejor, justo lo que necesitaba Caruana para especular con el tiempo y el espacio, nadar y guardar las pistolas. A partir de ahí empezó a dominar, mientras observaba de reojo que en los otros tableros los acontecimientos también le favorecían.

Liren Ding también lo intentó hasta el final. Fotos: FIDE

Entretanto, Liren Ding alcanzaba un final superior, con dos peones más, pero el ruso terminó de construir el fuerte (de pequeño tenía que ser el amo con el Exin Castillos) y logró aguantar en una posición que un gran maestro comprende mejor que las máquinas, que lo daban por muerto. Tiene mérito, porque Sergey se despidió del torneo en su más puro estilo, y no tan lejos de la victoria. Logró unas tablas de las suyas, que acababan con las esperanzas del chino.

Kramnik y Mamedyarov lucharon a muerte. El ruso llegó a desechar una repetición de movimientos, cuando era el azerbayano el necesitado. Fue una especie de movimiento de póker de este último, que no sirvió para nada porque la partida terminó en tablas, lo que permitía a Caruana ganar el torneo incluso con otro empate.

El americano demostró ahí gran seguridad, o temeridad, y siguió apretando hasta ganar la partida y proclamarse candidato. Es muy joven, pero atesora experiencia de sobra para poner en problemas al número uno. Incluso su única derrota, ante Karjakin, le sirvió para levantarse con más fuerza. «Me sentí fatal, pero unas horas después estaba mucho mejor», explicó. «Mi juego había decaído en las últimas partidas, lo que culminó en ese encuentro. Entones empecé a sentirme más libre y confiado. Y a jugar mejor».

Ahora se avecina un Mundial apasionante y, si se cumple la profecía de Fabiano, el ajedrez «será mucho más popular en Estados Unidos».

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