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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

“Podemos ser feministas”, by Irene García Perulero

Gema Lendoiro el

Es más que probable que ya haya leído usted esta magnífica entrada escrita por Irene García Perulero

PODEMOS SER FEMINISTAS (pinche en la frase)

Y digo que es más que probable porque la han compartido 365.000 veces en facebook lo que aumenta considerablemente la posibilidad de ser leída. Y es que, cuando algo es bueno, suele funcionar.

Independientemente de la opinión que tenga de PODEMOS que, cada uno tiene la suya, me interesaba mucho saber qué iba a proponer este partido político sobre un tema que me preocupa bastante y que son las políticas de conciliación materno-laborales. No soy tan ingenua de creer que alguien pueda ganar las elecciones e ipso facto nos plantifique de un día para otro un sistema como el sueco. Para que eso sucediera, en primer lugar tendríamos que equipararnos a su sistema impositivo (recuerde, es público, no gratis) y, en segundo lugar, los machos españoles tendrían que pensar como los varones suecos lo que es un ejercicio harto improbable. Al menos de momento.

Sin embargo sí esperaba algo rompedor por parte de PODEMOS en esta materia. Di por hecho que serían más sensibles que otras formaciones políticas. Pero no. Resulta que aquí también hay casta, la casta de las madres que deciden quedarse en casa una temporada para cuidar de sus hijos. Y que en un error de percepción (desde mi punto de vista) sobre qué necesita un bebé y una mujer recién parida, ellos interpretan que eso es lo que querían nuestras abuelas: quedarse en casa para coser y cocinar. Pues va a ser que no. Una cosa es la casa y otra muy diferente criar a tu hijo. Parece que todavía no se ha entendido bien la separación.

 

 

 

 

Pero me llevé un gran chasco. Leí con atención el documento REORGANIZAR EL SISTEMA DE CUIDADOS: CONDICIÓN NECESARIA PARA LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA Y EL AVANCE DEMOCRÁTICO de María Pazos Morán y Bibiana Medialdea y respaldado por un peso pesado del feminismo como es Beatriz Gimeno (en las listas de Podemos) y cuyos discursos en contra de un tipo de maternidad que ni comprende ni defiende, las que nos dedicamos a esta cursilería que es escribir blogs de madres, bien los conocemos.

Primera sorpresa: fue ver que reclamaban idénticos derechos para permiso de nacimiento de los hijos para padres y madres

La segunda decepción: escuela pública desde los cero meses. Que viene a ser lo mismo que decirnos a las madres, ven que como estás agobiada te doy un sitio para que aparques al bebé.

¿De dónde sale la idea de que las mujeres queremos largarnos rápidas y veloces a la oficina a los 10 días de dar a luz? 

Y claro, aquí es cuando el tema se complica porque entran en conflicto las opiniones y la biología. Miren, hay una cosa que da mucha rabia. Y es cuando opinas y defiendes una idea y la biología se empeña en llevarte la contraria. Para algunos será una faena, para mí es una gozada el hecho incuestionable de que la mujer es la que gesta, pare, amamanta y cría. ¿El hombre qué hace? Primero pone la semilla, después no pinta nada durante el embarazo, al menos desde el punto de vista biológico. Sí, no se me enfaden, es la pura realidad. A continuación empieza la crianza y ahí puede ayudar (y mucho) pero… si hay lactancia materna no hay posibilidad de sustitución. Y ahí ya tenemos el primer tema a debate: de hecho los biberones fueron los grandes aliados de las feministas de los años sesenta. No sólo se lo podía dar el padre, es que podía hacerlo, además, una persona pagada para tal fin. nada qué objetar, son elecciones.

 

Pero resulta que  hay madres que quieren dar el pecho a sus hijos de manera prolongada, dos años, por ejemplo. Y, además, quieren tener el derecho, garantizado por el Estado, a hacer lo que lo recomienda la OMS (hasta los seis meses en exclusiva y hasta los dos años combinado con otros alimentos).  Y no, no se lleven las manos a la cabeza. La leche humana se diseñó para dársela al bebé. Si una madre quiere dar biberón está en su perfecto derecho pero que para conciliar no te convenzan de que “puedes dar biberón que se crían igual”  Pues no, no compro la idea, no se crían igual, no es lo mismo. Se pongan las modernas como se pongan la leche artificial no le llega ni a la suela de los zapatos a la materna. Y es que, además, qué narices, es un derecho de la madre y del bebé.

 

No comprendo cómo se puede tachar de retrógrado algo que es lo que la naturaleza, de manera tan precisa y perfecta, te ha dado. 

En realidad se trata de 400.000 años de historia de la humanidad, frente a 100 años de existencia de biberones. Y, en cualquier caso, los primeros meses de vida el bebé a quién necesita es a su madre. Después, cuando deja de ser un bebé, al año o año y medio, la cosa ya cambia y necesita a los dos por igual. Pero la figura de referencia del bebé es la madre. Así nos ha diseñado la biología. Obviamente si no se puede pues no se puede. Pero proponer que las bajas sean igualitarias pretende ser moderno pero va en contra de nosotras, es un derecho pleno inherente a la maternidad. Además la baja maternal no sólo es para el bebé, es que la mamá la necesita también. Un cuerpo después de parir, necesita recuperarse. Después de abrirse, necesita cerrarse. El puerperio es una realidad y el padre, por mucho que se empeñen los de Podemos (y otros) no lo padecen los hombres, lo pasan las mujeres. Es una cuestión tan de cajón que me sorprende que la debatamos.

El caso es que hay una medida similar ahora mismo en la que cabe la posibilidad de que se repartan las bajas (siempre y cuando los primeros 15 días los disfrute la madre) ¿Adivinan cuántos padres la solicitan? Los mismos que solicitan la reducción de jornada, es decir, una mínima parte.

Lógicamente todo esto tiene que tener una explicación, no pude obedecer a la casuísitica. Ni siquiera es un hecho cutural. Las mujeres que son madres en estos momentos no están sometidas, no son unas ignorantes, no son unas analfabetas. Simplemente, ante la disyuntiva que la sociedad les ofrece, escogen. Y muchas escogen cuidar a sus hijos.

De hecho, tal y como explica Irene García Perulero en uno de los comentarios del post  y respondiendo a Beatriz Gimeno que piensa que la crianza es social y a ella se pueden dedicar hombres y mujer exactamente igual:

“La realidad es que esto es mentira , principalmente porque los seres humanos somos mamíferos y no es lo mismo mamá que papá. Algunas feministas tenéis una visión tan cosificada de la mujer que aparentemente la reproducción acaba en el parto. Bien, desde el punto de vista biológico esto no es así, por mucho que a ti te guste considerarnos incubadoras andantes. Yo no pongo huevos. Es gracioso que acuséis al patriarcado de querer relegarnos a la función reproductora cuando es mentira, el patriarcado nos quiere produciendo esclavos, soldados, trabajadores, contribuyentes (así los denominaba Felipe González, ése socialista) o consumidores. La reproducción no acaba en el parto, lo siento. Y lamento también que tuvieras tan mala lactancia. Para mí fue sexo. Que hay sociedades que culturalmente sobrevivan sin dar el pecho, sin madres o incluso con vientres de alquiler no quiere decir que su forma de sobrevivir sea óptima. De hecho la ciencia cada día nos dice que no. Que más bien tiende a ser caca”

 

La reproducción no acaba en el parto. Bueno, salvo que seas un vientre de alquiler. Perdón, una madre subrogada (por cierto, Beatriz Gimeno está en contra del vientre de alquiler ) La reproducción es un proceso largo y el parto es una de sus partes. Muy importante, desde luego, pero una. La reproducción comienza desde el mismo momento de tu propia gestación cuando en el reparto de cromosomas te toque, de manera aleatoria, ser XX o XY y sigue en tu adolescencia cuando tus hormonas te convierten en una suerte de memo/a andante más parecido a un juglar que a otra cosa (por mucho que envíes los poemas a través del wassap) La regla, esa dichosa compañera que te acompaña a partir de los 12-13 es el pistoletazo de Ok: a partir de ahora ya puedes gestar. El tema cultural y social lo vamos a dejar aparte aunque es fundamental no separarlo. Pero en este post no puedo eternizarme. Está ahí y evidente. Pero el hecho biológico pesa lo suyo. Vaya si pesa. Póngale una revista de señoritas a un adolescente y vea qué le pasa en la entrepierna. Aunque lleve diez años en Eton.

La lactancia es una parte de la sexualidad de la mujer. Y no se me escandalice. La sexualidad es algo muchísimo más extenso que la genitalidad. Es amor, es entrega, es dedicación. Y las tetas de la mujer son una parte muy importante dentro de su identificación como tal. ¿Por qué creen que las que sufren una mastectomía reclaman una reconstrucción? Porque se sienten mutiladas. Y con razón. Sólo hace falta despojarse de cuestiones raras en el pensamiento para observar este hecho como algo normal, de nuestra naturaleza. Y no mezclarlo ni con política ni con religión. Dar el pecho produce placer. Muchísimo. Pero no el placer que se obtiene en una relación sexual, si no el placer de alimentar a tu hijo con tu cuerpo en un acto de íntima comunión. Y reconocer esto no es despreciar el biberón. Es poner las cosas en su justo lugar. Yo he hecho ambas y se parecen como un huevo a una castaña. Parte de la sexualidad de la mujer. Por lo tanto el hombre no puede hacerlo. Puede dar biberones. Sí. Pero hay mujeres que quieren (queremos) dar el pecho.

La lactancia es una cuestión de salud pública. Por lo tanto debe ser protegida con medidas que la fomenten, no que la lapiden. Si dar el pecho previene enfermedades a la madre (cáncer de pecho y ovarios) y al bebé, ¿no debe el estado garantizar algo que no solamente es bueno si no que le va a ahorrar millones de euros en tratamientos?

Querer ejercer de manera libre y voluntaria tu maternidad durante 24, 36 meses, no implica ser una maruja, una lerda o retroceder 50 años en la historia de la lucha por los derechos de la mujer. Es que ser madre es, per se, un derecho.  De la misma manera que no querer serlo es otro derecho y, de hecho no hay ninguna ley que te obligue a ello.

 

En resumen. El feminismo por el que aboga Beatriz Gimeno y sus compañeras (las autoras del documento) y, por lo tanto, la formación Podemos, ahoga, una vez más, las esperanzas de una sociedad de verdad igualitaria. Básicamente analiza una situación: la mujer tiene un problema laboral si tiene un hijo (lo que pasa ahora) Y, en lugar de solucionarlo, nos ponen otro. Compartir con el padre un derecho natural como es criar a tu bebé. Genial. No habéis entendido nada. Es un cerebro sin madurar, necesita de los cuidados de su madre. No es que queramos la crianza en exclusiva, es sólo una etapa en donde somos imprescindibles y el bebé es idénticamente imprescindible. Estamos diseñados así. No nos estamos inventando absolutamente nada. La mujer que desee a los 15 o 20 días dejar a su bebé en casa con el padre o con otra persona, que lo haga. Pero que exista la posibilidad de no hacerlo. Para que seamos iguales no quiero ser un hombre. Somos mamíferos.

¿Y el padre? El padre es fundamental en el crianza que viene después pero mientras es un bebé quién de verdad importa es la madre. Lo podemos negar si queremos y si eso nos hace pensar que somos más avanzados. Pero estamos negando un derecho básico al bebé. Nada para él tiene sentido fuera del pecho de su madre (Nils Bergman) 

GUARDERÍAS DESDE LOS CERO MESES

Si me parece tremendo que un bebé tenga que ser dejado en una guardería a las 16 semanas de vida (estamos hablando de un ser humano que no es capaz ni de sentarse), no me quiero ni imaginar un bebé recién nacido. Francamente, hemos perdido el oremus. ¿Qué se piensan que necesitamos las madres? ¿Con cuántas madres han hablado para hacer este documento?

 

Es lo que Irene García Perulero califica en su texto como miedo a institucionalizar todo lo referente a los cuidados desde el nacimiento. Sí, a mí también me da pavor porque me suena a medida de Corea del Norte. A mis hijas las quiero cuidar yo, no quiero que el Estado me facilite una linda guardería con todos los avances, incluidas unas cámaras para que pueda verlas gatear o dando sus primeros pasos mientras yo discuto con el director financiero una operación. No, eso no es lo que queremos las feministas (al menos la de la diferencia) Queremos ser como las suecas, es decir, poder decidir si nos quedamos 20 semanas o 40 en casa sin temor a quedarnos sin nuestro trabajo. Parece lo mismo pero no lo es. Lo primero es megamoderno, pero va en contra del sentir biológico de la mayoría. Miren, no me quiero poner trágica pero casi ninguna madre vuelve al curro dejando a un bebé de 16 semanas en una guardería y sin sentir un pinchazo en el estómago. La mayoría sienten un vacío indescriptible, unas ganas tremendas de llorar, muchas veces con la sensación de que eres una mierda de madre por haber permitido eso. Sí, sí, eso le pasa a muchísimas madres. ¿Por qué será? Incluso a las que van a votar a Podemos con ganas de un cambio. ¿Saben por qué? Porque la biología va a su aire. No entiende de clase social, ni raza, ni tendencia sexual, ni opinión política. Una señora del barrio de Salamanca va a sentir con casi toda seguridad exactamente lo mismo al separarse de su bebé que una mujer que vive en la chabola más inmunda del pueblo más pobre de Afganistán.

¿No podemos ser modernos sin renunciar a nuestra parte primitiva y mamífera? ¿Creen que prosperarían leyes que evitasen por todos los medios la consecución de los noviazgos, de la unión entre seres humanos que se quieren? ¿Qué se creen que es, entonces la maternidad? Pocas historias de amor conocerá usted tan sólidas como las que se establecen de madres a hijos (y también padres, claro). Observemos un poco qué somos, quiénes somos y asumamos que la diferencia hace posible que sigamos vivos como especie.

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