Gema Lendoiro el 02 feb, 2015 “Jéjame a pas” Esto no es una lengua a punto de extinguirse del Amazonas. Asà habla Mofletes Prietos (2 años, 2 meses y 20 dÃas) en su nuevo descubrimiento del mundo. “Jéjame a pas” es un claro grito de independencia ahora que el mundo ha dejado de tener secretos para ella. A saber: -Sabe hacer pis sola. Y caca. Sin necesidad de pañal. Aunque lo tiene que pedir a golpe de piiiiiiiiiiiii, caca y cacona. (Me permiten ustedes el momento baba pero se quita el pañal a los 3 por norma general) -Ya sabe hablar todo lo que necesita para hacerse entender. Y si no la entiendes, ella te lo dice en inglés. ¿Que no quiere comer más? te dice alto y claro: YA. ¿Qué insistes? Le da un manotazo al plato y te suelta un NO MORRRRRR que te queda claro segurÃsimo. Por si las moscas a veces añade: y finissssssssssssssssssshhhhhhhhhhhhhh. – Llega a todas las alturas de la casa gracias a su innata capacidad para escalar. No hay secreto para ella en unas largas y peligrosÃsimas escaleras Cuando la miras de soslayo entiendes la teorÃa de que venimos del mono. Sin ningún tipo de duda. -Sabe decir con claridad las cosas que necesita para comer: biberón, apol (es más fácil que manzana) paaaaaaaaaan, yayeta, ate (chocolate) aca (la vaca que rÃe) mamón (jamón) agua (clarita como el lÃquido), yuyú (yogur) sopa (esto lo dice bien clarito también) átano (plátano) anarina (mandarina) -Sabe decir con meridiana claridad lo que quiere que hagas con ella: ¿ojo? (¿me coges? de la familia del ¿te cojo?) Mimir (ella, cuando tiene sueño no se anda con medias tintas y te lo pide. A ser posible en una cama (si vous plait) kika, kika (me pica) ¿me kika a tatatÃn? (¿me quitas el calcetÃn?) o su versión ¿me kika a paaaalón? -Experimentar con todas las cremas de su madre, sin distinción entre la de mercadona y otra de caviar, es uno de sus experimentos favoritos. Asà como ir al cajón de mi bisuterÃa y ponerse todos mis collares. -Cosa que quiere, cosa que consigue. Bien vÃa diplomacia, es decir, te arreo porque si no te vas a enterar. O bien usando sus armas; tirándose al suelo y pataleando. Tranquilos todos que estamos trabajando ambas conductas con afecto, empatÃa y cariño. Y con respeto, no se me asusten ustedes. Aunque a veces las ganas van por irse a tomar una cerveza, o veinte y desestresarse. Una niña de 2 años con las ideas muy claras puede llegar a superar la paciencia del santo Job. -El concepto estar tranquila más de 2 minutos jugando con algo o simplemente viendo una pelÃcula, simplemente no lo conoce. No es que me canse, es que me agota. Y lo hace porque servidora es ya vieja. Y con 40 años no se está como a los 30. Si me estás leyendo y planeas tener hijos, hazme caso, cuanto antes, mejor. La vitalidad de los niños viene a ser como la baterÃa de un móvil. La puedes cargar al 100% durante toda la noche o basta con un tiempo prudencial, digamos de 20 minutos para que se cargue lo suficiente como para seguir funcionando a pleno rendimiento. Eso le pasa a Mofletes Prietos que, a eso de mitad de jornada se frota los ojos como bebé que todavÃa sigue siendo, y se le acuesta a dormir. Si duerme sus dos o tres horas de siesta (créanme que las necesita) todo va más o menos como la seda. Pero oiga, como sean 40 minutos, lo que resta de jornada puede ser más que movidito. En primer lugar, como no ha conseguido cargar bien sus necesidades básicas, la mala leche saldrá con mayor facilidad y dos, como ha cargado lo suficiente como para volver a saltar, lo hará sin problemas. -Zafarse de los mimos de su padre o mÃos con su recién estrenada frase jéjame a pas. -Su frase, yo, yo, yo sola suele acabar con toda la comida en el suelo. Pero es suficiente para que ambas abuelas se queden tranquilas y no pidan cita con el pediatra a tus espaldas porque “esta niña no come bien” Con Doña Tecla pensé que los terribles dos eran cuento chino. Con Mofletes Prietos entiendo en qué se basan. Hombre, terribles no son. Agotadores, sÃ. Seguros estamos de que nos reiremos cuando esto pase pero las legañas en el dÃa a dÃa no nos las quita ni Dios. El genio que se gasta sólo lo sabemos nosotros y cómo son capaces de retorcerse cuando los tienes en brazos. Tanto que 16 kilos parecen convertirse en 90 por ingobernables. Eso sÃ, es simpática como ella sola. Estás tan tranquila viendo la tele y se te acerca y te dice: Mamà (acento en la Ã), ¿Qué ase? En el mejor ejemplo del espantoso ola ke ase. A comienzos de enero comenzó el cole (guarderÃa pero en el cole de su hermana) Pensábamos que estarÃa encantada porque siempre que acompañaba Doña Tecla se ponÃa a llorar porque ella también querÃa ir “a cole” Pero no, no ha sido asÃ. Después de ir como unas castañuelas los 3 primeros dÃas, al cuarto dijo que va a ir tu tÃa. Al grito de “niña no” pensamos que quizás alguna malvada le habÃa empujado. Pero ahora que ya por fin se ha acostumbrado, entendemos su reticencia: en el cole ante un no, desfila derechita como una vela mientras que aquà tiene derecho a réplica vÃa tirarse al suelo y que su madre, osea yo, soy la tÃpica blandengue que enseguida cede antes su llanto sin lágrimas. Oigan, compréndanme, que soy la madre que la ha parido y eso duele. Eso sÃ, cuando por fin cae en ese profundo sueño del que sólo los bebés saben disfrutar, entonces te la comes…pero tampoco muy fuerte no vaya a ser que se despierte y tengamos juerga a las 3 de la mañana. Que no serÃa la primera vez. Puedes seguirme en facebook y en twitter Sin categorÃa Tags dos añosterribles dos Comentarios Gema Lendoiro el 02 feb, 2015