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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

¿De verdad quieren (o pueden) las madres dejar de trabajar?

Gema Lendoiro el

Tengo sentimientos encontrados. Me gustaría ser la típica experta que habla con una ristra de datos detrás que me avalen. Pero no es así mi situación. Sólo lo haré desde el sentido común que tengo que, para unos es mucho y para otros es más bien escaso. Nunca se sabe.  En este mismo diario se publicaba ayer una noticia cuyo titular rezaba: Ejecutivas, las nuevas madres a tiempo completo. En dicha publicación se habla de mujeres reales que dejaron sus increíbles trabajos para dedicarse a la maternidad. Esa es la noticia. Y ahora vamos con lo que nos parece.

He dejado varias veces por escrito que creo firmemente que la maternidad (no a todas, no me gusta generalizar) revoluciona a la mujer por dentro. Pone su mundo patas arriba, esto es, sus prioridades cambian y esto debe de ser así, imagino, como consecuencia de la sabia naturaleza que hace que, para garantizar la supervivencia de la especie, las mujeres madres cuiden a sus hijos con absoluta prioridad. Bien. Salvada la primera premisa biológica llega la social porque, por mucho que nos parezcamos a los monos, los seres humanos tenemos vida con otros seres humanos. Y un detalle nada prosaico, los plátanos (o las lentejas) no los cogemos de los árboles, tenemos que pagarlos. Por lo tanto hemos de trabajar. O ser ricos por familia.

Cuando pienso en la increíble labor de las feministas y todo lo bueno que hicieron por nosotras, me siento orgullosa pero (siempre hay un pero), lo dije en una ocasión y lo repito ahora, una parte del discurso se ha quedado incompleto. ¿Qué carajo hacemos con el difícil binomio trabajar y tener hijos? O, mucho más difícil todavía, ¿qué hacemos con ese binomio en un país como España donde los horarios son tan imposibles de cuadrar con niños en etapa escolar? 

No me cansaré de repetirlo. No me cansaré de pedirlo pero el tema hoy no es el horario. El tema hoy es otro. A mí me parece muy bien que una mujer deje de lado su trabajo una temporada o toda la vida si así lo desea cuando es madre. Yo abogo por bajas maternales de al menos un año aunque yo jamás dejaría de trabajar (no lo he hecho) al tener descendencia.

Pero vayamos por partes.

En primer lugar, ¿quién se puede permitir el lujo de no trabajar? Hay muchos modelos de familias. No es lo mismo vivir en un pueblo de Almería con 1200 euros al mes que hacerlo en Madrid. En el pueblo te alquilas una casa por 300 euros, los niños van andando al colegio, tú al trabajo. En Madrid la renta sube al menos a 800 euros por lo tanto se hace necesario aportar otro ingreso, por pequeño que sea. A todo esto hay que añadir los desplazamientos, alguien que cuide a tus hijos mientras no trabajas (eso cuesta dinero) Es decir, no todas la familias pueden permitirse el lujo de que uno de sus miembros deje el trabajo porque, sencillamente, dejarían de comer. Por lo tanto el caso de altas directivas de la coca cola o de otras grandes multinacionales cuyos maridos, puede ser, tienen los mismos ingresos o incluso los doblan, se pueden permitir ese lujo, es algo poco usual. No me sirve como ejemplo masivo. Sí, es verdad, sé que se puede bajar el ritmo de vida, gastar menos pero es que si una familia ingresa 1600 al mes, a razón de 800 por cada miembro de la pareja y vive en un piso por el que paga 600 euros, por mucho que se ajusten el cinturón a mí no me salen las cuentas.

Entonces estos mensajes de mujeres ideales posando con los caballos felices de la vida porque se han realizado siendo madres me parecen igual de irreales que las modelos que posan en Hola con cinturas imposibles después de haber parido cuatro vástagos que desayunan todos vestidos de un blanco inmaculado. Serán reales, no digo que no, pero son muy pocos en el mundo. Para poder hacer todas estas cosas hace falta tener un colchón monetario detrás. Porque, ¿qué pasa si el padre se queda sin empleo? O, ¿qué pasa si la idílica familia se rompe y se separan? ¿Qué hace esa madre sin ingresos y con una exigua pensión? ¿Y si el padre se escaquea de las responsabilidades y no paga la pensión? los juzgados atienden a diario estos casos. No es ciencia ficción. Las cosas sobre el papel aguantan todo pero la realidad, para la gente no rica, es bien diferente. ¿Creen ustedes que les miento?

 

En segundo lugar. Me repito por si queda alguna duda: Abogo por bajas maternales (voluntarias) de, al menos un año. Pero ojo, el tema de la realización laboral no siempre es igual. No es lo mismo trabajar en algo para lo que te has preparado y te gusta, es tu vocación, que trabajar en un sitio que no te gusta nada, por el que te pagan una miseria (una miseria que necesitas para dar de comer a tus hijos), en el que empleas dos horas de traslado en un transporte público lleno de gente y que, cuando llegas a tu casa reventada, además tienes que poner una lavadora, hacer la cena, bañar a los niños…bla, bla, bla. Háblale tú a esta mujer de la realización en el trabajo y espera una sonora carcajada. Normal que prefiera quedarse en casa. En esas circunstancias yo también preferiría hacerlo. Hay trabajos y trabajos. Cuando las feministas cultas enarbolaron sus discursos lo hicieron, muy probablemente, desde cómodos despachos con una eficaz secretaria y con unos hijos bien atendidos. Sin agobios, sin preocupaciones. La teoría es muy bonita, cosa bien distinta es la vida real.

Concluyendo: Hay muchos tipos de mujeres madres. Las que quieren trabajar porque su trabajo les apasiona, las que no quieren trabajar porque prefieren dedicarse a sus hijos. Las que pueden hacer esto último y las que no les queda más remedio que ir a su odiado trabajo. Ninguna es mejor que la otra. La vida te da opciones y tú escoges las que mejor se adapten a tus posibilidades. No hay más. Muchas mujeres trabajando desearían estar en sus casas y muchas mujeres en sus casas desearían ir a trabajar a sus oficinas.

No me quiero poner pesada pero, por favor, visualicen estas dos trabajadoras.

-Directora de marketing de una multinacional. Noventa mil euros de sueldo más incentivos. Horario: de 9 a 7 (más o menos) Con comidas de trabajo (que no paga ella, sino la empresa) entre semana donde conoce gente apasionante e incrementa sus conocimientos y agenda. Tarda 20 minutos en llegar a su oficina donde tiene una plaza de parking. Los niños los recoge la chica que tiene en casa todo el día por lo que están en casa (sin sus padres, pero en casa) a las 5. A veces, incluso, hasta van las abuelas. Y, la madre, algunos días puede llegar a las 6 porque sigue contestando temas laborales (si surgen) vía smartphone. Su horario es flexible, puede irse un día o varios a casa antes. Puede llamar a casa siempre que lo desee. Si el niño enfermo puede no acudir al trabajo y atender sus obligaciones desde casa y, en caso de tener que irse unas horas el niño se queda al cuidado de la persona encargada de hacerlo a diario.

-Dependienta en un supermercado. Diechiochomil euros anuales. Horario de 9 a 2 y de 4 a 8. A la hora de comer, puesto que no se puede permitir pagar un restaurante a diario, ni siquiera de menú, come en un tupper (que ella misma se tiene que preparar cada noche al llegar a su casa cansada). Tarda una hora y media en llegar a su puesto de trabajo en trasbordos varios de metro y autobús (ir en su coche es mucho más caro y, además, no tiene donde aparcar) Los niños están, en el mejor de los casos, atendidos por las abuelas o por el padre que consigue salir antes de su trabajo. Ella, cuando llega a casa, reventadita de todo el día, además, cenas, baños y preparar la comida de todos para el día siguiente. Esto, en un caso idílico, ayudada al 50% por su pareja. En casos menos idílicos cargando a sus espaldas con casi todo. No puede ausentarse de su puesto de trabajo, no puede hacer llamadas para comprobar cómo va todo. Si el niño se pone enfermo su puesto de trabajo corre peligro si no cuenta con una de las abuelas o alguna vecina o amiga para que se quede con el niño.

Estos dos casos citados son absolutamente verídicos. Díganme, de verdad. ¿Creen que a la segunda mujer la puede usted convencer de que el trabajo la está realizando profesionalmente? ¿O cree que a la primera le puede decir que quedarse en su casa es lo que mejor puede hacer en la vida? Con esto lo único que quiero decir es que cuando enarbolamos discursos nos olvidamos que hay gente que no vive como nosotros. Que hay vidas más difíciles en las que la palabra conciliación suena, directamente, a cachondeo. Otras vidas en las que los miserables 800 euros que aporta uno de los miembros de la pareja salvan el pequeño detalle de que puedan comer al menos una vez a la semana carne y pescado porque el otro salario se lo come la hipoteca y gracias. No todo el mundo disfruta de las mismas comodidades. No todas las maternidades son idénticas. Hay muchos matices. No se queden ustedes sólo con los ejemplos de trabajo sino con las circunstancias de cada una de las mujeres; una que tiene muchas más ayudas, otra que vive con una enorme sobrecarga.

Lo que sí sería deseable es que tuviéramos horarios más razonables. Y que nos los creyéramos. Eso sí solucionaría muchas cosas. Muchísimas. Y ahí estamos, en el camino.

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