Doña Tecla inicia el próximo septiembre el “cole de mayores” lo que, entre otras cosas implica que no puede llevar pañal. Tenemos pues dos meses por delante para quitárselo. Y en ello estamos con resultados, para qué engañarme, pésimos. El lunes pasado nos mudamos de casa y hasta el miércoles no disfrutamos de una relativa vuelta a la normalidad. Asà que ese dÃa empezamos. Hoy lunes el resultado no puede ser peor. Unas cuatro veces por la mañana y otras tantas por la tarde. La muy cachonda, que confunde el verbo tener con el verbo querer, avisa de la siguiente manera: “quiero pis” que viene a significar, ya me lo he hecho. De lo otro más espeso, ni lo anuncia que ella es muy suya y de esas cosa no habla.
He escuchado, no sin cierta incredulidad, que con las niñas, la operación es más fácil, que un par de dÃas está listo. Pues la mÃa no entra en esa categorÃa, ¡qué le vamos a hacer! Le preguntamos cada media hora si quiere hacer pis, obviamente nunca quiere. Tiene un orinal ideal de la muerte, con música y todo, de su estatura al que sólo hace caso pasar contarle a quién quiera escucharla que si le aprietas en un botón sale música. Pero para su decorosa utilidad, ni hablar del peluquÃn.
No desespero. Imagino que la niña no hará la comunión con los pañales puestos y es más que probable que de aquà a septiembre lo tengamos controlado pero mosquea que parezca que no lo tiene demasiado claro.
He de confesar que he tenido que interrumpir para casos puntuales el tema. Por ejemplo, para ir con las dos el otro dÃa al médico. Al margen del numerito en la sala de espera porque querÃa un pachús y ante el mal trago de las miradas inquisidoras de los demás pacientes, me la tuve que sacar a la calle para intentar dialogar y finalmente claudicar si no querÃa esperar los otros 45 minutos que me restaban con la niña convertida en un mar de lágrimas (y asumo que no es la vÃa). Ante tal situación, no me arriesgué a llevarla sin pañal. Tampoco era plan, además de la rabieta, tener que pedir una fregona por si las cosas se escapaban en el momento más inoportuno.
Ahora que estamos de vacaciones, sin estrés (en teorÃa) empezamos, o mejor dicho continuamos, con el tema. Yo, por si acaso y como soy optimista, el otro dÃa le compré un paquete de pañales de los que vienen pocos.
Vamos a ver si podemos dar buenas noticias en breve.
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