Los argentinos se tomaron ayer con mucho sentido del humor el fotomontaje de Rajoy y Messi y muchos de ellos incluso siguieron la broma en los foros, del diario La Nación, por ejemplo, invitándonos a quedarnos con Messi, por su diferente rendimiento, decían, con la selección argentina.
Pero lo que no se han tomado con humor es la decisión de Cristina Kirchner y la expropiación de Repsol. De hecho, las críticas en Argentina a tal decisión son tan duras como las que se registran en España, aunque su alcance sea más limitado, claro está. Véase, por ejemplo, el editorial de hoy en La Nación (“YPF, arbitrariedad y mala fe”), o el artículo de su analista más leído, Joaquín Morales Solá (“Dinero y encuestas, las grandes razones”). O las opiniones de los juristas argentinos en el diario Clarín (“Es inconstitucional expropiar sin previo pago, advierten juristas”).
Todas ellas coinciden básicamente con el resumen del ministro Margallo, “Argentina se ha dado un tiro en el pie”. Y nos remiten a una cuestión importante sobre las respuestas de España. La distinción entre las responsabilidades del Gobierno argentino y las de los muchos argentinos que son unas víctimas más de sus arbitrariedades. España debe hacerse respetar, sí, pero a costa de Cristina Kirchner, de su camarilla y de su partido y no de los argentinos. Y la distinción no es nada fácil.
Argentina
