Dos de mis colegas, Ignacio Camacho y Ramón Pérez-Maura, plantean esta pregunta esencial en sus columnas de ABC papel de hoy.
Ramón Pérez-Maura (“Demasiadas varas de medir”) nos pide que imaginemos a cualquier presidente autonómico o consejero imputado y declarando ante el Tribunal Supremo por delitos de prevaricación, malversación y desobediencia, y, a continuación, nos plantea la siguiente pregunta: ¿Creen que alguno de ellos hubiera podido mantenerse cinco minutos en el cargo?
Ignacio Camacho (“La ouija catalana”) también nos pide que imaginemos una escena, en este caso, a Rita Barberá proclamando que Conde Pumpido es un esbirro a sueldo de sus enemigos y subiendo la escalinata del Supremo escoltada por un grupo de imputados valencianos.
Las dos escenas de ficción anteriores son reales, sólo hay que poner el nombre correcto del político imputado por esas graves acusaciones: Francesc Homs. Y, como bien destacan mis dos colegas, nadie, absolutamente nadie, ha pedido su dimisión. Por supuesto, ninguno de los que llevan meses exigiendo la dimisión de Rita Barberá. Pero tampoco los demás partidos políticos. Y mucho menos todos esos programas de televisión que han exigido las dimisiones de todos los políticos del PP con alguna imputación.
Y esto muestra no sólo una escandalosa doble vara de medir. También, que para muchos, los delitos cometidos por los nacionalistas catalanes no lo son tanto, o, en otras palabras, se ha aceptado que lo suyo es, como dicen ellos mismos, un “conflicto político” y la acción de los tribunales, como también dicen ellos, “una respuesta política”.
Es decir, el secesionismo catalán se ha impuesto en una buena parte del debate público y ni siquiera los partidos políticos son capaces de reaccionar. Tampoco los líderes de opinión, ni en Cataluña ni en el resto de España.
Sin categoría
