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Blogs El blog de Edurne Uriarte por Edurne Uriarte

Pateando columnistas

Pateando columnistas
Edurne Uriarte el

Critiqué a Raúl del Pozo en este blog la semana pasada por lo que consideraba su cuestionable papel como “portavoz” periodístico de Luis Bárcenas y sus amenazas. Y Raúl del Pozo me contestaba ayer en su columna de El Mundo ( ” La falsa pista”) con unos argumentos interesantes para la reflexión sobre los límites de la ética periodística.
Escribía Raúl del Pozo que “antes, a los columnistas no los pateaban hasta que estrenaban una comedia; ahora te pueden patear una columna 10 minutos después de ser publicada en el infinito saloon de las redes sociales”. Muy bueno lo de patear que es lo que nos pasa a todos con la columna de papel y con los blogs de internet, que nos patean.
Pero el pateo puede ser también una forma de debate, sobre Bárcenas y sus amenazas en este caso.
Afirma Raúl del Pozo que lo de hablar con Bárcenas es como “meter al asesino en el escritorio de Primera Plana, es decir, como cometer un delito para que te encierren y lograr grandes historias en Soto del Real”. Pero le falla a esa épica que Del Pozo no ha tenido que asumir riesgo alguno por las revelaciones de Bárcenas. Todo lo contrario, ha sido y es Bárcenas el más interesado en contarlas. Porque defiende su inocencia y, además, lanza advertencias al PP a través de la columna de Del Pozo, que es una forma mucho más sencilla y eficaz de hacerlo que enviando a los abogados a los despachos de Génova.
Y afirma también Del Pozo que hay dos tipos de escritores, uno que está cavando la tierra, abajo en el hoyo y otro por encima de él que está echando la tierra hacia abajo. El problema de esa figura, del hoyo y de los que tapan el hoyo, es que lo de Bárcenas no son confesiones para combatir la corrupción sino amenazas y chantaje para salvarse él mismo. Lo que más bien le da la vuelta a la figura del hoyo y sus protagonistas.
¿Tiene el periodista que conocer las “razones” de los delincuentes o presuntos delincuentes? Pongamos que sí, aunque también eso me parece cuestionable. El problema se plantea cuando el beneficiario del trabajo del periodista es el delincuente mucho más que la verdad o la sociedad.

Corrupción

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