Le han pillado con las manos en la masa, y, no sólo se ha negado a presentar la dimisión, sino que ha dado una rueda de prensa para intentar maquillar los datos con explicaciones patéticas. Porque los datos son ciertos. Ramón Espinar, el hijo del consejero socialista de Caja Madrid imputado por las tarjetas black, compró una vivienda de protección oficial en un municipio en el que ni siquiera estaba empadronado, no la habitó jamás, y la vendió meses más tarde obteniendo un beneficio de 30.000 euros.
Lo anterior, la especulación con una vivienda de protección pública, es grave en cualquier político, pero es de obligatoria dimisión para un senador de Podemos como ėl que ha hecho del derecho a la vivienda de los más desfavorecidos y de la denuncia de los abusos de la “casta” (o hijos de la “casta”) uno de sus mensajes fundamentales. Y que, entre otras cosas, llegó a decir en una intervención en la Comunidad de Madrid en 2015 que “el objetivo de la vivienda pública no es venderla”. O, en 2014, que “Hay que pasar de concebir vivienda como inversión-pelotazo a pensarla como derecho“.
Este político, hijo de un abogado y político socialista imputado por las black, también tuiteó hace algún tiempo que “Somos los hijos de los obreros que nunca pudistéis matar, los nietos de los que perdían la Guerra Civil. Impunidad, la vuestra”. Con ese descaro para inventarse incluso un pasado y una familia que no tiene, se entiende la total incoherencia entre su discurso público sobre la vivienda y su comportamiento privado.
Alega que gastó el dinero obtenido de la especulación con la vivienda pública en un máster y en un ordenador. Es decir, que, a partir de ahora, Podemos apoyará la especulación con vivienda pública siempre que las ganancias sean adecuadamente invertidas… Al menos lo hará Espinar que pretende evitar la dimisión con ese argumento, si es que Iglesias y Podemos son capaces de sostenerlo, que lo dudo, porque no sólo ha perdido toda credibilidad fuera de Podemos, sino, sobre todo, entre los votantes de Podemos.
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