Al igual que Elena Valenciano, yo misma he comentado alguna vez la fealdad de ese gran jugador llamado Frank Ribéry, si bien no en twitter, sino en conversaciones con los amigos. Y, lo mismo que Valenciano, desconocía que Ribéry hubiera sufrido un accidente de niño que le deformó la cara, dato que añade otra faceta a la historia, pero no cambia lo sorprendente de la furibunda reacción contra Valenciano.
¿Por qué tal enfado en las redes sociales ante un comentario negativo sobre el aspecto físico de Ribéry, cuando tales redes sociales albergan y fomentan todo tipo de comentarios negativos y descalificaciones sobre personajes famosos sin que nadie parezca escandalizarse por ello?
Cristiano Ronaldo, nuestro adversario en el partido de esta tarde, es un ejemplo, en las redes sociales, en los campos, en los medios de comunicación. No le llaman feo, por motivos obvios, pero las descalificaciones son bastante más duras que la dirigida al aspecto de Ribéry, muchas de ellas basadas en falsedades y detalles biográficos inventados. Y no recuerdo que nadie le haya pedido disculpas, como Valenciano a Ribéry.
También por motivos obvios, nadie califica de fea a Sara Carbonero, pero las maldades sobre ella en las redes sociales han sido increíbles en los últimos días. Tampoco han parecido indignar a nadie, todo lo contrario.
Quizá habría que reflexionar sobre la representatividad o el liderazgo que estamos otorgando a las redes sociales. Una cosa es enterarse de lo que pasa en ellas, necesario, y otra pedir perdón a Ribéry pero no a Ronaldo o a Carbonero o a tantos otros porque así lo han determinado las tales redes sociales.
Ética
