
La izquierda clama por los “derechos” de los reventadores, en este caso, su derecho a entrar cada vez que lo deseen en el Parlamento gallego. Y, como siempre también, la dinámica de la protesta violenta seguida de la reivindicación de los autores se impone como la más natural y democrática de las formas de participación política. Y quien parece tener que justificarse es quien se opone a tales actos coactivos. Es decir, la derecha, casi siempre sola en España en la defensa de las normas democráticas de las instituciones y casi siempre bastante torpe también para manejarse en ese debate.
Protesta