Hay finales mucho peores, por supuesto; la violencia, en primer término. Pero es posible que a alguno de los patéticos revolucionarios de la Cataluña independiente le hubiera dolido menos eso que este final. El del ridÃculo. Un ridÃculo liderado nuevamente por el fanático y torpe presidente al que han seguido hasta el final.
Nadie imaginó un 155 con tantos apoyos y tanto alivio en la propia Cataluña. Pero menos imaginamos aún que el golpe secesionista iba a acabar en una pelÃcula de humor. Hay tanto cachondeo en las redes sociales, en los medios y en la calle como análisis (como el meme de más arriba, uno de los más celebrados). Los temores sustituidos por las carcajadas. De la revolución al chiste y al ridiculo.
Si no fuera por la gravedad de los delitos y por las enormes pérdidas económicas causadas a Cataluña y a toda España, disfrutarÃamos del espectáculo cómico. Pero es una comedia de humor negro y sobre algo que, lamentablemente, ha ocurrido de verdad. Y esa verdad, esos hechos, los que deberán juzgar a partir de ahora los tribunales.
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