Hay contradicciones e hipocresía a raudales en los comportamientos de Javier Barbero, el Concejal de Seguridad Ciudadana de Madrid, y de Rita Maestre, la portavoz de Carmena. Pero aún me llama más la atención su falta de coherencia, su cobardía, a la hora de sostener sus propias ideas.
Estos defensores del acoso a políticos de otros partidos como “jarabe democrático de los de abajo” (definición de Pablo Iglesias) llaman ahora “fascistas” a quienes les aplican el “jarabe democrático” a ellos. Y se quejan, se ha quejado Barbero, de que no intervino esa Policía a la que antes consideraba represiva contra los manifestantes de la Policía Municipal. Y se ha puesto a investigarlos para ver si los denuncia por “incitación al odio”. Él, ellos que deberían aplaudir el “ejercicio de democracia” que, decían, es eso.
Pero ahora les tiemblan las piernas … También a Rita Maestre, la que no sólo insultó a quienes estaban en la capilla de la Complutense, sino que les gritó “Vamos a quemar la Conferencia Episcopal” o “Arderéis como en el 36”. Lo negó todo cuando pensaba que no había vídeo de su actuación. Pero hay vídeo y varios testigos que la han identificado, a ella y a sus gritos. Y ahora se asusta y afirma que no tuvo intención de ofender.
Pero sin explicar en ningún momento cuándo se produjo su conversión ideológica, por qué ha dejado de creer en aquello que hizo y gritó, y sin condenarlo, por supuesto. Sencillamente, porque tal conversión no se ha producido. Porque lo que hay es otro podemita, otra podemita, que tiembla ante la respuesta de la sociedad y de la Justicia y que confía en la capacidad absolutoria de su hipocresía.
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