Así, “un grupo de violentos”, califica El País a los 200 energúmenos radicales que han impedido la intervención de Felipe González y de Juan Luis Cebrián, presidente de Prisa, en la Universidad Autónoma de Madrid. Y estoy totalmente de acuerdo con la calificación, pero resulta que es con esos violentos con quienes quiere gobernar el PSOE, el partido al que votan la inmensa mayoría de los lectores de El País. Mejor dicho, el PSOE está permitiendo y apoyando el Gobierno de esos violentos en varios ayuntamientos.
Violentos que han repetido todas las consignas de Podemos mientras han impedido por la fuerza la intervención de González y de Cebrián, como en el pasado lo han hecho con otros líderes políticos e intelectuales, eso sí, casi siempre de derechas. Y es cierto que el propio González es de los pocos socialistas que desde hace meses ha apoyado la posibilidad de una abstención para que gobierne el PP. Pero con la boca pequeña y con miedo, mientras que en ningún momento ha cuestionado el apoyo de su partido a los podemitas en los ayuntamientos.
Y lo mismo ocurre con el resto de líderes socialistas que han optado por la abstención. Hasta lo califican de ‘mal menor’ mientras dan como única razón para no intentar un Gobierno alternativo con estos violentos los números, la falta de la mayoría necesaria.
Y, por supuesto, la gran mayoría de socialistas llamaba ‘escrache’ y manifestación política a los acosos de estos extremistas a los políticos del PP.
Pero resulta que son los mismos, con la única diferencia de que ahora les atacan a ellos, a los socialistas. Lo que no impedirá que sigan repitiendo aquello de que quieren hacer “un Gobierno de progreso’ con ellos, con la extrema izquierda que ha boicoteado con violencia a González y a Cebrián. Porque la derecha les repugna pero a estos radicales los consideran “el progreso”.
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