Cataluña no es Crimea, más que nada porque no tiene a Rusia. Y porque tampoco me parece que la mayoría de los catalanes tenga interés alguno en integrarse en Rusia, o en seguir un camino como el de Crimea.
En otras palabras, el referéndum de Crimea prueba que sí es posible proclamar ilegalmente y a la fuerza la independencia en la Europa de hoy. Pero, he aquí el matiz esencial, siempre que una potencia esté detrás, Rusia, en este caso. Que es el factor que diferencia más decisivamente a Cataluña de Crimea.
Si los nacionalistas catalanes siguieran adelante con sus amenazas de convocatoria de una consulta ilegal y, después, de una proclamación de la independencia, no tendrían una Rusia que los integrara y defendiera, sino una Unión Europea que los rechazaría. Es decir, se encontrarían con la soledad y el aislamiento internacional. Al margen de las acciones que pudiera tomar, claro está, el Gobierno de la nación. Lo de Crimea es posible porque lo suyo no es una expresión de autodeterminación sino de anexión por parte de Rusia.
Y no, Cataluña, tampoco es Escocia, porque lo que en Escocia es legal aquí es ilegal, por lo que se encontraría igualmente con el rechazo internacional. Y sin un Putin que lo amparara.
