Edurne Uriarte el 26 dic, 2009 Siempre he defendido las bondades del nacionalismo político o del llamado patriotismo constitucional, pero reconozco algunos de sus efectos perversos. Como la ola de nacionalismo desatada en España para exculpar a María José Carrascosa, la “buena secuestradora”, y cuestionar el sistema judicial estadounidense. Una ola de nacionalismo muy parecida, por cierto, a la de los propios norteamericanos contra el sistema judicial italiano por la condena, a principios de diciembre, de una estudiante americana que asesinó en Italia a otra estudiante británica. Condenada con unas pruebas demoledoras que, sin embargo, muchos estadounidenses se han negado a aceptar. Lo mismo que los españoles en el caso de Carrascosa, condenada por secuestrar a su hija, traérsela a España e impedir por todos los medios que su padre norteamericano la vea, y retratada por todos los medios de comunicación españoles como si de una pobre víctima se tratara. Puedo estar de acuerdo en que la pena, 14 años, es excesiva, a pesar de que el sistema legal americano prescribe entre 5 y 30 años para los delitos por los que fue condenada por un jurado popular. Pero lo que me asombra es que la ola de nacionalismo de nuestro país se niegue incluso a reconocer lo terrible de lo que ha hecho esta mujer, impedir que un padre vea a su hija. Luego está el ingrediente del machismo al revés, por supuesto. Preguntémonos, si no, cuál sería la opinión dominante si un hombre extranjero, añadámosle que musulmán, se llevara a su hija a Arabia Saudí e impidiera desde hace varios años todo contacto con la niña a la madre española. Pues eso es lo que ha hecho exactamente María José Carrascosa, la “pobre víctima” del sistema judicial norteamericano. Secuestros Comentarios Edurne Uriarte el 26 dic, 2009