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Terapia hormonal y riesgo de alzhéimer

Terapia hormonal y riesgo de alzhéimer
Pilar Quijada el

El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la pérdida de memoria y deterioro cognitivo progresivos. Las mujeres padecen esta patología en mayor medida que los hombres, por lo que se sospecha que la caída de los niveles de estrógenos, las hormonas sexuales femeninas, que tiene lugar durante la menopausia puede influir en el origen de esta enfermedad. Además, la enfermedad de Alzheimer es menos frecuente en mujeres que reciben terapia hormonal sustitutoria, lo que sugiere que su uso disminuye el riesgo. La terapia hormonal se ha prescrito para tratar el deterioro cognitivo en mujeres post-menopáusicas, aunque con eficacia variable.

Una nueva investigación de la Universidad de Columbia británica, en Canadá, liderada por la doctora Liisa Galea, sugiere que el tipo estrógeno que se utiliza en la terapia hormonal y la maternidad previa podrían explicar por qué los efectos no son siempre satisfactorios. Los resultados se presentan estos días en la novena reunión anual de Neurociencia en Canadá.

Galea resalta que el tipo de estrógeno utilizado en la terapia hormonal no ha recibido mucha atención hasta la fecha, aunque podría tenerla. Hay tres formas de estrógenos: estradiol, estrona y estriol. El estradiol es el más potente de los tres y predomina en las mujeres jóvenes, mientras que la estrona es un estrógeno más débil y predominante en la post-menopausia. Una revisión sistemática de la literatura científica publicada apunta a que la terapia hormonal basada en estradiol puede tener efectos más beneficiosos, mientras que la que utiliza estrona puede ser perjudicial para la cognición y el riesgo de demencia en las mujeres que previamente han tenido hijos.

Y es que el laboratorio de la doctora Galea investiga cómo las hormonas afectan al cerebro y al comportamiento. Sus conclusiones se basan en estudios con roedores, que muestran que la terapia hormonal que utiliza estrona perjudica el aprendizaje en ratas de mediana edad que han tenido descendencia, mientras que lo mejora en aquellas que no la han tenido. Galea ha estudiado también cómo el estradiol y la estrona afectan a la neuroplasticidad, es decir, a la forma en que las conexiones neuronales cambian en el cerebro en respuesta a diversos factores, como tener un hijo y los retos que plantea.

Sus estudios se han centrado en una región específica del cerebro, el hipocampo, que tiene un papel importante en la memoria y la orientación espacial, dos funciones que fallan en la enfermedad de Alzheimer. Galea había observado que la maternidad provoca cambios en la arquitectura de las conexiones del hipocampo y por eso quiso comprobar si las diferentes formas de estrógeno tenían efectos diferentes en ratas con descendencia y sin ella.

En las ratas jóvenes, ambas formas de estrógenos aumentaron la producción de nuevas neuronas (neurogénesis) en la parte del hipocampo denominada giro dentado, precisamente “la cuna” de las nuevas neuronas. Sin embargo, sólo el estradiol, pero no la estrona, aumentaba significativamente la supervivencia de estas neuronas nuevas, y también incrementa la expresión de una proteína implicada en la neuroplasticidad. Además solo el estradiol suministrado de forma constante mejoraba la memoria y orientación de las ratas, pero no la estrona, que tenía el efecto contrario.

Como la estrona forma parte de la terapia hormonal prescrita habitualmente, estos hallazgos podrían tener implicaciones importantes en la elección del mejor tratamiento de cara a prevenir la aparición de alzhéimer en función de la edad de las mujeres y de si han sido madre o no.

“Las hormonas tienen un impacto profundo en nuestra mente. El embarazo y la maternidad son eventos que producen alteraciones marcadas en la psicología y la fisiología de la mujer. Nuestros resultados sostienen que estos factores se deben tener en cuenta en el tratamiento de los trastornos cerebrales en las mujeres”, concluye Galea.

 

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