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Fernando Reinoso: “Es lamentable que en la Universidad española no haya una asignatura de Neurociencia”

Fernando Reinoso: “Es lamentable que en la Universidad española no haya una asignatura de Neurociencia”
Pilar Quijada el

Catedrático Emérito de Anatomía y Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid, fue uno de los principales impulsores de la Neurociencia en España a mediados del siglo pasado, y tuvo un papel protagonista en la fundación de la Sociedad Española de Neurociencia. Distinguido con numerosos premios, entre ellos el Jaime I de Investigación Básica en 2006, sus trabajos sobre el sistema nervioso son esenciales para comprender las relaciones entre distintas estructuras cerebrales, así como los mecanismos que gobiernan el sueño.

Su labor científica es extensa y sus trabajos de investigación sobre el sistema nervioso esenciales para comprender las relaciones de las estructuras del tronco del encéfalo con la corteza cerebral, las conexiones entre tálamo y corteza cerebral y de distintas áreas corticales entre sí en felinos y primates, así como la comprensión de los mecanismos que gobiernan el ciclo vigilia-sueño. Ha formado en investigación a un grupo extenso de profesores y profesionales de muchas especialidades biomédicas, que aprendieron de él la importancia de la constancia en el laboratorio. En el curso de su vida académica ha sido distinguido con múltiples premios y condecoraciones (Nacional de Investigación Científica, Ramón y Cajal del CSIC, Rodríguez Pascual de Investigación Médica, Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, entre otras). Es Académico de la Real Academia  Nacional de Medicina y doctor Honoris Causa por las Universidades de Valladolid, Granada  y UNED .

No deja de tener un punto de romanticismo que el hijo de un médico de la Alpujarra granadina siguiera los pasos del hijo de otro médico de Petilla de Aragón, Santiago Ramón y Cajal, señala Fernando Reinoso Suárez, catedrático emérito de Anatomía y Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Nacido en 1927, en Mecina Bombarón (Granada), “un pueblecito lleno de luz y amplios horizontes”, fue uno de los principales impulsores de la Neurociencia en España a mediados del siglo pasado, y tuvo un papel protagonista en la fundación de la Sociedad Española de Neurociencia, aunque trate de restarle importancia cuando asegura que: “Unos antes y otros después, todos hemos puesto nuestro granito de arena. Nadie ha sido imprescindible y todos han cumplido su misión”

Su afición por el estudio del Sistema Nervioso se remonta a su adolescencia, guiado por su padre, médico rural de profesión, que había conocido personalmente a Cajal mientras hacía su doctorado en Madrid. “Me dijo que el hijo del médico de un pueblecito de Navarra había llegado a ser un sabio universal a base de trabajo ilusionado, bien hecho, bien acabado y dedicación intensa, lo recuerdo porque sobre estos motivos del éxito de Cajal me insistió muchas veces en años posteriores, seguramente con objetivos formativos. Al acabar el bachillerato, tuve que esperar un año para empezar los estudios de Medicina, porque iba adelanto para mi edad. Mi padre me regaló entonces el libro de Cajal ‘Reglas y consejos sobre investigación científica‘, que despertó en mí gran interés”, recuerda.

Se le quedaron grabados algunos consejos del Nobel que le han acompañado desde entonces: “Tres frases me hicieron mella antes de empezar a estudiar Medicina y las subrayé. ‘La fama duradera solo acompaña a la verdad’. A mis discípulos les he dicho desde el primer momento: no mintáis nunca, decid siempre la verdad. ‘Los hechos quedan, las teorías pasan’ y, la tercera, ‘Oh, azar venturoso, la musa de los perseverantes y pacientes’, porque el azar venturoso se da al que trabaja y persevera. En definitiva, La verdad, los hechos y el trabajo, que es lo mismo que el trabajo bien hecho. Algo que en mi vida ha influido mucho. Mi padre decía que los trabajos había que hacerlos bien y acabarlos bien, que las chapuzas no sirven para nada, que es otra forma de decir lo mismo”.

En 1943, con 16 años, mientras leía a Cajal, cuyos brillantes trabajos sobre el sistema nervioso merecedores del Nobel en 1906 tenían un eco aún cercano, el joven Reinoso, para aprovechar el tiempo de espera, se hizo maestro Nacional, estudió Historia del Arte y dibujo artístico. Esta última afición asegura que después le ha sido muy útil: “El dibujo también me gustaba, pero no me dediqué a ello. Todas las clases que he impartido en la Universidad han sido con dibujos hechos por mí directamente en la pizarra con tizas de colores. Y casi todos los que utilizo en los power point también son míos, recordando los que antes hacía en la pizarra. Igual que los de las publicaciones”. Cuando llegó a la Universidad ya tenía varios aspectos en común con Cajal, del que se considera de alguna manera discípulo: la medicina como tradición familiar, su afición a la pintura y su interés por el sistema nervioso.

En la Facultad de Medicina de Granada, donde se licenció en 1950, encontró a su verdadero maestro en el entonces nuevo catedrático de Anatomía don José Escolar, como dejó constancia en su discurso de ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina (RANM): “De él aprendí su forma de ver y enseñar la Anatomía y a él debo el haberme interesado por la ciencia del sistema nervioso y mi dedicación a la Universidad”. Para la asignatura que impartía el profesor Escolar tuvo que leer “Textura del Sistema Nervioso del Hombre y de los Vertebrados”, el gran “best-seller” de Cajal. “Y eso me proporcionó una sólida cultura neurocientífica, que me dura todavía”.

De sus años de estudiante, recuerda también al doctor Ortiz de Landázuri, catedrático de Patología, “una persona excepcional, un gran maestro y gran amigo, que desde el primer momento me distinguió con su amistad. Me enseñó mucha Medicina, el sentido positivo de la ciencia y sobre todo cosas importantes para la vida”, como recordaba en la RANM. En una época en la que los profesores no solo transmitían conceptos científicos sino también morales y humanos, que calaban profundamente en sus alumnos. Una tradición que el profesor Reinoso ha sabido continuar.

En 1951 obtiene el doctorado en la Universidad de Madrid con una tesis dirigida por el profesor Escolar sobre “Conexiones del núcleo rojo”, una estructura del tronco del encéfalo implicada en la organización de los movimientos precisos de las extremidades. “Ese mismo año me fui a Alemania, al Departamento de Neurofisiología del Instituto Max Plank de Investigaciones Cerebrales de Göttingen. Quería ser catedrático de Anatomía y fui a un instituto de Fisiología para complementar mi formación, con la idea de hacer Neurociencia, que se caracteriza por el estudio multidisciplinar del Sistema Nervioso. Y de esa estancia viene también mi interés por la investigación del sueño“.

Se abría así una prometedora carrera como neurocientífico que se ha centrado en desentrañar los mecanismos cerebrales implicados en el ciclo vigilia-sueño. Su labor científica ha permitido delimitar morfológica y funcionalmente y estudiar las conexiones de las estructuras encefálicas responsables del ciclo vigilia-sueño. En los últimos años su grupo ha estudiado la región del tronco del encéfalo inductora el sueño paradójico o REM, en el que tienen lugar los ensueños.

Con su grupo de investigación, destaca en una de las clases que imparte en el Máster de Neurociencia de la UAM, fue el primero en publicar desde España un artículo en la revista Science. “Un año antes lo había hecho otro investigador español, pero trabajando en California”, aclara. Fue el primer trabajo de una larga lista de publicaciones que vendría después, muchas de ellas consideradas hoy como clásicas, por la prestigiosa publicación.

La formación multidisciplinar que adquirió muy temprano junto a su maestro y validó en su primera salida al extranjero, en 1951, se concretó años más tarde en el asignatura de Neurobiología que durante 25 años se ha impartido en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, “donde histólogos, anatómicos, fisiólogos y patólogos hemos enseñado cómo es, cómo se comporta y cómo enferma el sistema nervioso humano“.

Así definía este enfoque multidisciplinar Antonio Guillamón Fernández, catedrático de Psicobiología de la UNED, con motivo del doctorado Honoris Causa concedido al profesor Reinoso en 2002: “La utilización de una estrategia investigadora multidisciplinar que muy pocos eran entonces capaces de manejar se demostró eficacísima. La combinación de técnicas anatómicas, histológicas, electrofisiológicas y conductuales era prácticamente desconocida. Y si a ello añadimos la rara capacidad de Reinoso para moverse con soltura con los sistemas nerviosos de diferentes especies, incluida la humana, podemos calificar su trabajo, en los albores de la Neurociencia, como excepcional. Es precisamente esta estrategia multidisciplinar la que posibilitó el nacimiento de la Neurociencia. Reinoso creó el clima científico e intelectual que permitió que, en un periodo muy difícil de la historia de España, se formara un grupo extenso e importante de lo que posteriormente, a finales de la década de los sesenta, se llamarían neurocientíficos”.

Premio Jaime I de Investigación

Su formación multidisciplinar le lleva a implantar la Neurobiología como asignatura en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid en 1969, cuando se traslada a la capital procedente de la Universidad de Navarra, para poner en marcha la nueva Facultad madrileña. “Fue una condición que puse para aceptar, con la idea de que otros recibieran la formación que yo no había tenido”, declaraba a ABC con motivo de la concesión del Premio Jaime I de Investigación Básica, en 2006, “un broche precioso”, como él mismo lo definió, a su larga carrera científica.

Introducir la Neurobiología como asignatura fue algo que había perseguido desde que obtuvo su primera cátedra, en Salamanca, en 1959: “Entonces logré que la Fisiología del Sistema Nervioso se explicara junto con la Anatomía. Y siempre conseguíamos que un profesor de Patología viniera por lo menos una vez a la semana a darnos una pequeña charla, donde se pusiera de manifiesto la importancia de los conocimientos básicos en clínica”. Aunque su idea de impartir una asignatura multidisciplinar tardó en cuajar. “En Salamanca no fue posible. En Navarra nos aproximamos bastante y en la UAM lo puse como condición.  La persona que colaboró de forma muy especial conmigo fue el profesor García Austt, neurofisiólogo uruguayo, al que conocí años antes y con el que mantenía correspondencia frecuente. García Austt fue el responsable de la Fisiología del Sistema Nervioso desde el año 1973, y tuvo un papel importante en la integración de la asignatura de Neurociencia”.

Así fue como en la Universidad Autónoma de Madrid, desde sus inicios, la Neurobiología ha tenido una enseñanza integrada del sistema nervioso, explica el profesor Reinoso. Se impartió por primera vez en el curso 69-70. “Enseñábamos anatomía, histología, fisiología e incluso, a partir del año siguiente, patología general unidas en la Neurobiología. Y en el plan de estudios del 72-73 se creó oficialmente una asignatura integrada de Neurobiología, impartida en el primer trimestre en tercer curso. Entrábamos todos los profesores a la vez en clase y discutíamos entre nosotros y con los alumnos. Fueron 25 años, como responsable de esta asignatura. Docente y universitariamente ha sido de lo más bonito que he hecho en toda mi vida. Hasta que un cambio del plan de estudios la suprimió”.

La Sociedad Española de Neurociencia

Desde finales de los años 60 asistía todos los años al congreso de la Sociedad Americana de Anatomía, que era el lugar donde entonces se hacía más neurociencia. Pero en el 77 fui por primera vez a un congreso de la Sociedad Americana de Neurociencia, creada en el 1969. Aunque los profesores que explicábamos Neurociencia en la UAM ya habíamos hablado de la posibilidad de crear la Sociedad Española de Neurociencia (SENC), me entusiasmó tanto el congreso de la Sociedad Americana que nos animamos a hacerlo enseguida. Escribimos una carta a todos los neurocientíficos españoles, proponiendo una reunión de Neurobiólogos Españoles en el 80, que tuvo lugar en junio en la Facultad de Medicina de la UAM. Asistieron 180 neurocientíficos. Al año siguiente hicimos un congreso en Salamanca y se determinó seguir adelante. Así que ‘la culpa’ del nacimiento de la SENC la tuvo la asignatura de Neurociencia impartida en la UAM”.

Echando la vista atrás, ve con agrado los progresos de la semilla que plantó junto con aquel grupo de 180 neurocientíficos de los años 80: “La Neurociencia en España ha avanzado de forma enorme. Aunque las autoridades españolas no se han tomado ningún interés por la Neurociencia, o muy poco, a diferencia de cómo se han promocionado otras áreas del saber”, señala con cierto pesar. “Hubo una década dedicada a la neurociencia en EEUU, la última del siglo pasado, que en España no logramos aprovechar. Además, que no haya una asignatura de Neurociencia en la Universidad española, y que la única que hubo se haya suprimido, es lamentable. Pero afortunadamente y a pesar de ello, España tiene un nivel alto y muy digno en investigación neurocientífica. Me da alegría que cada año se incorporan muchos neurocientíficos a la SENC, que le añaden cada vez más prestigio y solidez”.

Y mirando al futuro, a pesar de ese paso de gigante, cree que “El conocimiento en profundidad de la estructura y funcionamiento del cerebro humano sigue siendo hoy en día uno de los mayores retos de la ciencia actual. Por eso animo a las autoridades españolas a apoyar la investigación en Neurociencia como lo han hecho con otras ramas del saber, a crear en sus Facultades de Medicina una asignatura de Neurociencia, como existe en las más prestigiosas Universidades. El cerebro humano por su complejidad sigue siendo desconocido y su patología la que produce enfermedades más limitantes y más costosas a la sociedad occidental. Un reciente estudio en EEUU señala que este coste es superior al de todas las demás enfermedades juntas”.

 

Conferencias: “Neurobioloía de los circuitos neuronales implicados en la depresión”, Real Academia Nacional de Medicina. RANMTV

 

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