Desde que Isabel Pantoja entró en la cárcel de Alcalá de Guadaira condenada a dos años sin libertad por el delito de blanqueo de capital en el entorno de la tonadillera hay toque de silencio a la hora de hablar de todo lo relacionado con su nueva vida en la cárcel. Su hermano Agustín, quien tiene su particular guerra con los medios de comunicación y de ahí que no quiera saber nada de la prensa, es quien se ha hecho fuerte ahora en Cantora y quien actúa de filtro con los que se consideran amigos de Isabel. Con la artista en prisión se acabaron las reuniones, las comidas y las entradas y salidas de la finca que en su día fue de Paquirri. El toque de silencio es absoluto y de ahí que nadie quiera hablar de la supuesta bronca que Pantoja habría vivido ya en la cárcel y que la directora del centro se ha encargado de desmentir. Sus abogados no quieren pronunciarse porque así se lo han indicado y la familia ni habla ni twitea nada relacionado con esos asuntos. Seguramente porque tienen encomendado demandar ante la Justicia todo aquello que consideren atente contra su honor e imagen ya que por muy presa que esté durante los próximos meses Isabel Pantoja tiene el mismo derecho de todos de poder sentar en el banquillo a quien atente contra ella. Más pleitos y más idas y venidas por los juzgados para una mujer que sólo se siente libre cuando se viste la bata de cola y se olvida del mundo. Si acepta consejos le diría que se olvide de denuncias y que se centre en su gira post carcelaria que puede traerle muchísimas más alegrías de las que imagina.