Hacía mucho tiempo que la duquesa de Alba no salía de los muros del palacio de Dueñas. Realmente desde la tarde que sus amigos la animaron para que acudiera a uno de sus restaurantes favoritos de Sevilla y soplara con ellos la vela del cumpleaños que no pudo celebrar a doña Cayetana nadie la había vuelto a ver en sociedad. Sólo su familia, especialmente su marido Alfonso Diez que no se separa de ella en ningún momento, los médicos y los muy íntimos podían visitarla y preocuparse por su salud. Así ha sido hasta este fin de semana que la duquesa ha encontrado fuerzas y ganas para apoyar a su hijo el conde de Salvatierra y acudir como espectadora de honor a una competición hípica del jinete. Más débil y delgada pero siempre fiel a su estilo Cayetana disfrutó de unas horas entre amigos y es que lo que no consiga un hijo está visto que no lo consigue nadie.