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Por qué es irracional negar el cambio climático

Por qué es irracional negar el cambio climático
Gonzalo López Sánchez el

Hace unos días ABC publicó una noticia sobre un informe de la Universidad Politécnica de Madrid que alertaba de las consecuencias que el cambio climático podría tener sobre algunas ciudades españolas. Como siempre ocurre cuando se publican informaciones sobre el calentamiento global, muchos lectores pusieron en cuestión la validez de esta investigación científica.

Por ejemplo, hubo quienes insinuaron que los investigadores son “calentólogos” cuyo sustento depende de amañar los resultados de su trabajo. Dijeron que el clima de la Tierra siempre ha cambiado, que no hay consenso científico en torno a este asunto. En definitiva, muchos convirtieron una cuestión científica sobre la que existe un consenso casi absoluto, y que depende de miles de horas de estudio, de evidencias, de modelos matemáticos e innumerables páginas de bibliografía, en una cuestión ideológica y política que se puede despachar en un “tuit”.

No es escepticismo, es negacionismo

Esta corriente de opinión a veces suele identificarse con el escepticismo, pero probablemente sea más justo identificarla con el negacionismo. Esta cuestión fue abordada en 2014 por un manifiesto en el que un grupo de científicos de varias instituciones de todo el mundo, y que forman parte del Committee for Skeptical Inquiry, y que dejó clara la diferencia entre ambas posturas. “El escepticismo promueve la investigación científica, el análisis crítico y el uso de la razón para examinar cuestiones controvertidas y extraordinarias. Es la base del método científico. La negación, por otra parte, es el rechazo a priori de ideas, sin una consideración objetiva”.

No se me ocurre un mejor momento para recordar la esencia del escepticismo cuando las redes sociales favorecen que se difunda el pensamiento mágico de los antivacunas, la homeopatía y la Sociedad de la Tierra Plana, entre otras lindezas. “No todos los individuos que dicen ser escépticos del cambio climático son negacionistas. Pero prácticamente todos los negacionistas se ponen el falso apelativo de escépticos. A través de esta denominación errónea, los periodistas le dan una credibilidad inmerecida a aquellos que rechazan la ciencia y la investigación científica”.

La diferencia entre negación y escepticismo es clara. Un creyente de la Tierra plana dirá que hay una gran conspiración para ocultar la verdad de que vivimos en un “Mundodisco”, mientras que un escéptico querrá leer fuentes autorizadas e investigar los estudios y evidencias que tratan el asunto.

No, no hay división entre los científicos

Los primeros argumentos de los negacionistas son que no hay consenso sobre el calentamiento global y que los científicos ni siquiera saben a ciencia cierta si pasado mañana va a llover.  Por desgracia, lo cierto es que existe un enorme acuerdo entre los investigadores sobre lo que está ocurriendo con el clima. A la vista de lo publicado en revistas científicas hasta ahora, al menos el 97 por ciento de los científicos que estudian el clima y que, por tanto, conocen mejor que nadie su funcionamiento, coinciden en que las tendencias de calentamiento registradas en el último siglo han sido muy probablemente causadas por las actividades humanas (1). Además, más de 200 instituciones científicas de vanguardia de todo el mundo respaldan explícitamente esta posición.

Aumento de temperaturas según varias instituciones científicas. NASA/NOAA.

 

Por otra parte, la fiabilidad relativa de las predicciones meteorológicas, de las que depende el tráfico aéreo y marítimo y de una eficacia probada, no le quita valor a la ciencia del clima. “El cambio climático es real. Siempre habrá incertidumbre a la hora de comprender un sistema tan complejo como el clima mundial –los científicos no son un oráculo–. Sin embargo, hay fuertes evidencias de que está ocurriendo un calentamiento significativo. Las evidencias vienen de medidas directas de aumento de temperatura en el aire y en los océanos, así como de fenómenos como el incremento del nivel del mar, la retirada de los glaciares y cambios en muchos sistemas físicos y biológicos” (2).

Este gran  consenso científico, sin embargo, no debe llevar a tomar el calentamiento global antropogénico como una religión, sino que debe ser un argumento más para construir una línea de opinión basada en el pensamiento crítico y la razón.

El hombre está cambiando el clima

Pero, ¿qué dicen los científicos en relación con el cambio climático? Consideran que el clima de la Tierra siempre ha estado cambiando (3). En los últimos 650.000 años  ha pasado por siete glaciaciones, la última de las cuales finalizó hace 7.000 años, en pleno nacimiento de la civilización humana. Muchos de estos cambios climáticos están atribuidos a cambios en la órbita de la Tierra, a variaciones en la actividad solar y en la cantidad de energía que llegaba al planeta o a potentes erupciones volcánicas. Millones de años atrás, el impacto de asteroides cambió de forma drástica el clima de la Tierra. Es decir, es absolutamente obvio que el clima terrestre siempre cambia, porque el planeta siempre se está transformando.

¿Quiere eso decir que el hombre no tiene ningún papel sobre el clima de la Tierra? En absoluto. Afirmar esto sería como decir que, dado  que el cáncer puede aparecer en personas con hábitos saludables, eso demuestra que el tabaco no es cancerígeno.

El actual cambio climático es peligroso para nosotros

También se podría argumentar que, si el clima siempre cambia, no tenemos motivos para preocuparnos por el actual calentamiento. El problema es que se considera que “la tendencia actual de calentamiento es de una significación especial porque es extremadamente probable (con una probabilidad mayor del 95%) de ser resultado de la actividad humana desde mediados del siglo XX y de estar ocurriendo a una tasa que no tiene precedentes“.

De hecho, esta velocidad con la que se están produciendo los cambios es una amenaza para los ecosistemas de la Tierra y para la civilización humana, dependiente de la Naturaleza, puesto que dificulta que los procesos de adaptación y amortiguación de los ecosistemas puedan actuar, sobre todo cuando, al mismo tiempo, el hombre está destruyendo la biodiversidad y los hábitats del planeta. Es más, conviene recordar que ninguno de los anteriores cambios climáticos afectó a nuestra actual civilización, como sí ocurriría con este. Por tanto, la situación actual podría llevar a provocar profundas alteraciones en la sociedad, con “migraciones globales, conflictos, enfermedades y poner en peligro los sistemas de producción de comida de todo el mundo” (4).

El origen de este cambio antropogénico es el efecto invernadero asociado a los gases liberados como consecuencia de la actividad industrial, ganadera y agrícola.  Desde mediados del siglo XIX, los científicos demostraron la capacidad del famoso dióxido de carbono y de otros gases (como el metano liberado por animales de ganadería y cultivos) de atrapar el calor, a causa de su habilidad de transferir la energía infrarroja por la atmósfera. Por tanto, es científicamente incuestionable que un aumento en los gases de efecto invernadero de la atmósfera deben calentar el planeta en respuesta. La cuestión es cuánto y a qué ritmo, y hasta qué punto las fluctuaciones serán amortiguadas por el planeta y comenzarán a afectarnos a nosotros o a otros seres vivos.

Sí hay evidencias científicas

Podría ser que, en efecto, una gran conspiración global hubiera decidido engañar a la humanidad con el cambio climático, y así comercializar remedios para un mal inexistente. Sin embargo, los múltiples avisos sobre el cambio climático, sostenidos por el 97 de los científicos, están basados en artículos revisados y basados en experimentos y datos empíricos.

Se ha registrado un aumento de la temperatura media global de 0,9 ºC desde finales del siglo XIX (5), lo cual no es muy espectacular, salvo que se subraye que ha sido en los últimos 35 años cuando ha ocurrido la mayoría de este calentamiento. De hecho, desde 2010, han ocurrido los cinco años más cálidos desde que hay registros, siendo 2016 el que se llevó la palma. Ocho de sus doce meses fueron los más cálidos en el registro histórico. En ese tiempo, la temperatura media de los océanos ha subido en 0,7 ºC (6), lo que indica que están absorbiendo parte de ese incremento desde 1969.

Fluctuación de la concentración de CO2 en la atmósfera. Vostok ice core data/J.R. Petit et al.; NOAA Mauna Loa CO2 record

 

Uno de los resultados más evidentes es el retroceso del hielo en los océanos y en las montañas tanto en verano como en invierno. Por término medio, Groenlandia ha perdido 281.000 millones de toneladas de hielo cada año entre 1993 y 2016 (7). En la Antártida esta pérdida ha sido de 119.000 millones. Según los datos, la pérdida de hielo allí se ha triplicado en la última década. En tierra, los glaciares de todo el mundo, desde los Alpes hasta África, pasando por el Himalaya, están en retroceso (8). Las imágenes por satélite muestran que la cantidad de nieve en el hemisferio Norte ha disminuido en las últimas cinco décadas y que la nieve se funde antes (9).

Estas tendencias generales no impiden que haya variaciones estacionales o puntuales con inviernos o días excepcionalmente calientes o excepcionalmente fríos. De hecho, el número de eventos meteorológicos extremos ha aumentado (10). En Estados Unidos, el número de records de altas y bajas temperaturas se ha incrementado desde la década de los cincuenta, a la vez que se han sufrido más fenómenos de lluvias torrenciales.

La fusión del hielo en glaciares o en las masas de tierra los polos norte y sur ha provocado un aumento del nivel del mar de 20 centímetros en el último siglo (11). La tasa se ha duplicado en las últimas dos décadas, y hay evidencias de que está acelerando ligeramente cada año que pasa.

La psicología de la negación

A pesar de que casi todos los científicos coinciden en hablar de un calentamiengo global antropogénico, muchos se muestran escépticos o más directamente, lo niegan. Algunos investigadores han estudiado la psicología de esta postura. Según Irina Feygina y Jessica M. Santos, la causa puede tener raíces profundas. Su origen puede estar en la necesidad de las personas de creer en un mundo justo y estable –creencia normalmente proporcionada por la religión–, no cambiante ni impredecible. Para otros, la ciencia sobre el cambio climático es una amenaza que pone en riesgo las estructuras socioeconómicas establecidas, o su creencia de que el hombre debe dominar la Naturaleza y el planeta. En otros casos, la causa de este escepticismo es ideológica, puesto que muchas personas se identifican con tendencias políticas que claramente se posicionan en contra de las evidencias científicas.

La realidad es que no importa lo que cada uno de nosotros opine, niegue o crea, puesto que nuestras ideas no influyen sobre lo que está ocurriendo (“eppur si muove“).  Aquellos que tratan de examinar la naturaleza de la forma más objetiva posible, con todas las limitaciones que se le deben presuponer al hombre, coinciden en que estamos presenciando un calentamiento global antropogénico. Los datos y el sentido común indican que el planeta es un recurso limitado y frágil cuyo futuro y, por tanto, el nuestro, dependen de nuestra capacidad de pensar y obrar en consecuencia.

Para leer más: Científicos alertan de que el planeta se acerca al punto de no retorno

BIBLIOGRAFÍA

1). J. Cook, et al, “Consensus on consensus: a synthesis of consensus estimates on human-caused global warming,” Environmental Research Letters Vol. 11 No. 4, (13 April 2016); DOI:10.1088/1748-9326/11/4/048002

Quotation from page 6: “The number of papers rejecting AGW [Anthropogenic, or human-caused, Global Warming] is a miniscule proportion of the published research, with the percentage slightly decreasing over time. Among papers expressing a position on AGW, an overwhelming percentage (97.2% based on self-ratings, 97.1% based on abstract ratings) endorses the scientific consensus on AGW.”

J. Cook, et al, “Quantifying the consensus on anthropogenic global warming in the scientific literature,” Environmental Research Letters Vol. 8 No. 2, (15 May 2013); DOI:10.1088/1748-9326/8/2/024024

Quotation from page 3: “Among abstracts that expressed a position on AGW, 97.1% endorsed the scientific consensus. Among scientists who expressed a position on AGW in their abstract, 98.4% endorsed the consensus.”

W. R. L. Anderegg, “Expert Credibility in Climate Change,” Proceedings of the National Academy of SciencesVol. 107 No. 27, 12107-12109 (21 June 2010); DOI: 10.1073/pnas.1003187107.

P. T. Doran & M. K. Zimmerman, “Examining the Scientific Consensus on Climate Change,” Eos Transactions American Geophysical Union Vol. 90 Issue 3 (2009), 22; DOI: 10.1029/2009EO030002.

N. Oreskes, “Beyond the Ivory Tower: The Scientific Consensus on Climate Change,” Science Vol. 306 no. 5702, p. 1686 (3 December 2004); DOI: 10.1126/science.1103618.

2)Joint science academies’ statement: Global response to climate change (2005)

3). IPCC Fifth Assessment Report, Summary for Policymakers

B.D. Santer et.al., “A search for human influences on the thermal structure of the atmosphere,” Nature vol 382, 4 July 1996, 39-46

Gabriele C. Hegerl, “Detecting Greenhouse-Gas-Induced Climate Change with an Optimal Fingerprint Method,” Journal of Climate, v. 9, October 1996, 2281-2306

V. Ramaswamy et.al., “Anthropogenic and Natural Influences in the Evolution of Lower Stratospheric Cooling,” Science 311 (24 February 2006), 1138-1141

B.D. Santer et.al., “Contributions of Anthropogenic and Natural Forcing to Recent Tropopause Height Changes,” Science vol. 301 (25 July 2003), 479-483.

4). Burrows and Kinney 2016; FAO 2008; Haines et al. 2006.

5). https://www.giss.nasa.gov/research/news/20170118/

6). Levitus, S.; Antonov, J.; Boyer, T.; Baranova, O.; Garcia, H.; Locarnini, R.; Mishonov, A.; Reagan, J.; Seidov, D.; Yarosh, E.; Zweng, M. (2017). NCEI ocean heat content, temperature anomalies, salinity anomalies, thermosteric sea level anomalies, halosteric sea level anomalies, and total steric sea level anomalies from 1955 to present calculated from in situ oceanographic subsurface profile data (NCEI Accession 0164586). Version 4.4. NOAA National Centers for Environmental Information. Dataset. doi:10.7289/V53F4MVP

7). https://www.jpl.nasa.gov/news/news.php?feature=7159

8)National Snow and Ice Data Center

World Glacier Monitoring Service

9)National Snow and Ice Data Center

Robinson, D. A., D. K. Hall, and T. L. Mote. 2014. MEaSUREs Northern Hemisphere Terrestrial Snow Cover Extent Daily 25km EASE-Grid 2.0, Version 1. [Indicate subset used]. Boulder, Colorado USA. NASA National Snow and Ice Data Center Distributed Active Archive Center. doi: https://doi.org/10.5067/MEASURES/CRYOSPHERE/nsidc-0530.001. [Accessed 9/21/18].

http://nsidc.org/cryosphere/sotc/snow_extent.html

Rutgers University Global Snow Lab, Data History Accessed September 21, 2018.

10). USGCRP, 2017: Climate Science Special Report: Fourth National Climate Assessment, Volume I [Wuebbles, D.J., D.W. Fahey, K.A. Hibbard, D.J. Dokken, B.C. Stewart, and T.K. Maycock (eds.)]. U.S. Global Change Research Program, Washington, DC, USA, 470 pp, doi: 10.7930/J0J964J6

11). R. S. Nerem, B. D. Beckley, J. T. Fasullo, B. D. Hamlington, D. Masters and G. T. Mitchum. Climate-change–driven accelerated sea-level rise detected in the altimeter era. PNAS, 2018 DOI: 10.1073/pnas.1717312115

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