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El artista que dejó morir de hambre a un perro en una galería de arte

Muñoz Gómez Fernando el

 

 

16 de agosto de 2007. Galería de Arte “Códice” en Managua, capital de Nicaragua. Día de la inauguración de «Exposición Nº1». En la sala principal está todo montado: un cartel escrito con comida de perro en el que se puede leer: «Eres lo que lees»; una gran tinaja en la que quemar drogas (crack y marihuana); una vieja minicadena en la que se escucha en bucle el himno sandinista al revés y, por último, el gran atractivo que todos han ido a ver: dos cuerdas que atan a un perro famélico cuyo destino es morir de inanición en directo, frente al público. Guillermo Vargas «Habacuc» está convencido de que su «creación artística» tendrá repercusiones por todo el mundo.

Y vaya si las tuvo. Asociaciones en defensa de los animales a lo largo y ancho del planeta protestaron. Internet –en aquella época sin la voracidad de las redes sociales– se llenó de bitácoras contra el artista pidiendo su retirada y todavía hoy, ocho años después, se pueden encontrar miles de amenazas de muerte contra «el artista que dejó morir de hambre a un perro en una performance».

Hoy todavía sigue circulando la historia, y con solo buscar en Google Imágenes «Habacuc-perro» salen decenas de montajes en los que el adjetivo más suave es «asesino». Una fama que el propio artista se ha encargado de mantener viva, ya que él jamás confirmó el final de su obra: de un día para otro el perro desapareció y todo acabó.

Pero la historia viene de atrás. El propio artista lo cuenta así en su blog: «Este proyecto parte del hecho ocurrido el viernes 11 de noviembre del 2005 en la provincia de Cartago, Costa Rica; en el cual un adicto indigente de origen nicaragüense llamado Natividad Canda fue devorado por dos perros mientras era filmado por la prensa, en presencia de policías, bomberos y el guarda del lugar. Acto que filmado, ante el beneplácito de los que presenciaban” el espectáculo” incumpliendo con lo que le indica su deber fue presa de los medios de comunicación, los cuales cubrieron la noticia de forma amarillista. Con esta exposición pretendo llevar a un espacio artístico reacciones y comportamientos similares a lo ocurrido con Natividad Canda. Utilizando en la obra elementos que ilustren el contexto, propiciando reacciones que nos hablen de nuestra condición de humanos

Si has conseguido leer su propuesta y sigues lleno de rabia al pensar que mató a un perro inocente, aguanta un poco más. Lo primero es conocer el objetivo de la performance: «La utilización de medios de comunicación masiva: prensa escrita, internet, medios de información televisivo, radio, etc…», dejó escrito el autor. Y había otro objetivo, a tenor por las declaraciones que fueron recogiendo los medios centroamericanos: «Me reservo decir si es cierto o no que el perro murió. Lo importante para mí era la hipocresía de la gente: un animal así se convierte en foco de atención cuando lo pongo en un lugar blanco donde la gente va a ver arte. […] Nadie llegó a liberar al perro ni le dio comida o llamó a la policía. Nadie hizo nada», escribió el diario La Nación. Esa podría ser la parte clave de esta actividad:  «Nadie llegó a liberar al perro ni le dio comida o llamó a la policía. Nadie hizo nada». Se trataría, como apunta la frase, a una denuncia ante la pasividad de la gente, que llena páginas de internet criticando las cosas malas que suceden en el mundo pero no salen a la calle a tomar partido.

Lo cierto es que el perro apenas estuvo atado durante las tres horas que duró la inauguración. Es cierto que se trataba de un perro callejero, pero, como se verá después, Habacuc no es precisamente un maniaco antianimales. Según contó la directora de la galería, Juanita Bermúdez, a The Guardian, el propio artista se encargó de recoger y alimentar al animal hasta que se liberó el mismo día de la propuesta-denuncia. Después, nada más se supo de la exposición, aunque el revuelo mediático ya estaba creado. El artista lo defendía así en el diario El Tiempo: «Nadie lo pidió [desatar al perro]. No, si alguien hubiera estado interesado en desamarrarlo no me lo hubiera pedido, lo hubiera hecho, creo que la reacción del público de esta muestra se hubiera repetido en cualquier lugar del mundo, “la pasiva”».

«Axioma», un segundo proyecto, otro perro famélico

Cinco años después de este  «Exposición Nº1», los medios de toda América se hicieron eco de su nueva obra. Se trataba de «Axioma», un proyecto en el que iba a documentar a través de fotografías el deterioro de un perro entre los días 15 de diciembre y 2 de febrero (coincidía con la fecha de las elecciones); y varios medios anunciaron que iba a dejar morir de hambre –otra vez– a un animal. Las denuncias esta vez (las redes sociales estaban en pleno auge) fueron más elevadas. Una famosa asociación animalista lo puso en Facebook y medio planeta firmó peticiones para paralizar «Axioma». Las autoridades costarricenses intervinieron y registraron la casa del artista, donde supuestamente estaba maltratando al perro. Se encontraron a Habacuc con tres animales sanos y bien alimentados: los había recogido de la calle y los empezó a cuidar. Desde el primer momento les tomó fotografías y, una vez estaban sanos, comenzó a publicarlas en orden inverso. «Dije que estaba poniendo una documentación del paso del tiempo. Le puse axioma justamente por ese axioma matemático que dice que el orden de los factores no altera el producto. Al vos poner la documentación al revés, de adelante para atrás, creás otra cosa, entonces como que ese axioma para ciertas cosas no funciona», dijo a los medios que reunió en su casa, tal y como recogió La Nación.

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