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Valentino Rossi, un ejemplo para los jóvenes

Tomás González-Martín el

En el ecuador de la treintena ha vuelto a luchar por las victorias contra la mejor generación de jóvenes del motociclismo, formada por Márquez, Lorenzo y Pedrosa, sin olvidar a Stoner. Su regreso a Yamaha ha supuesto su retorno a la pelea por el título y por los triunfos en grandes premios. Se llama Valentino, se apellida Rossi y ha sido el piloto más querido del mundo hasta el ascenso de Márquez al Olimpo de los dioses. El italiano combatió por el primer cajón del podio en Montmeló hasta que Marc impuso la ley del mejor. VR46 fue segundo. Superó a su compañero de escudería, Jorge, que ha visto cómo el ídolo que él derrocó en 2010 ha renacido hacia los laureles. Es en ese resurgimiento donde se observa a los campeones.

El veterano campeón nunca ha tirado la toalla. Se rompió la tibia en 2010, acusó la lesión y no dejó de entrenarse para mantener un alto nivel. Ahora, en Yamaha, ha recuperado buena parte de su forma física. Se ha preparado con mayor sacrificio para poder codearse con estos rivales que tomaron su testigo. Su pilotaje en el circuito catalán recordó a sus mejores tiempos. Fino, sin cometer errores. Fue el más regular en esa guerra que compartió con Marc, Dani y Jorge. Viejo ya para muchos, sigue siendo el que mejor frena del Mundial. Lo hace más tarde que nadie. Frena menos tiempo que ninguno. Eso es un arte.

Ezpeleta agradece que el campeonísimo que atrajo a medio mundo desde el siglo pasado haya vuelto a los podios. Es un ejemplo de trabajo para la juventud. Un espejo para los jóvenes pilotos que ven a un compañero que debutó en el Mundial a mediados de los noventa y continúa entre los mejores tres décadas después. Es muy difícil mantener este listón en un deporte que no permite relajamientos. Si eres conservador en la pista, te superan quince enemigos. Por eso se prefiere que los pilotos no tengan hijos. Que no piensen en resguardarse en la protección de la familia. No se puede pensar en eso y rendir después. Se corre a 351 kilómetros por hora cinco segundos antes de reducir marcha a 80 por hora y volver a volar a 250 siete segundos más tarde. Ese vértigo necesita una forma física espléndida. Valentino es el alma del motociclismo. Un maestro desde la juventud hasta la madurez. Inspira admiración y respeto.

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