Se lo merecía. Es el mejor piloto español de la historia, gracias a sus dos coronas mundiales en MotoGP y sus otros dos títulos de 250 centímetros cúbicos, categoría sustituida ahora por Moto2. Se llama Jorge Lorenzo y ha sido un piloto autodidacta desde niño, hecho a sí mismo, con un padre, Chicho, que le flagelaba dialécticamente cuando era segundo y tenía siete años, dos menos que rivales a los que superaba con carácter y valentía. “Ser segundo no vale para nada, nadie se acuerda de ti dentro de dos semanas”, espetaba Chicho al chaval. Y el nene se la jugaba para vencer en la carrera siguiente.
Así se hizo Lorenzo, duro, sin concesiones a las lágrimas ni al victimismo. Acaba de vencer en Aragón con una demostración de sabiduría. Mientras Márquez y Pedrosa se equivocaban en una lucha interna por ver quien triunfaba en Alcañiz, el mallorquín cambió de ruedas cuando vislumbró que la lluvia era imparable. Venció por veteranía, por inteligencia, por experiencia. Marc y Dani se picaron en su guerra interna de Honda y el resultado fue el éxito del español de Yamaha, en una temporada difícil. Comenzó el año sin encontrarse en buena forma. Y Rossi le superó en la pelea privada de su escudería. Ahora, Jorge quiere recuperar su liderazgo en el equipo.
Márquez puede proclamarse campeón del mundo en Motegi, dentro de unos días, y sumar su segundo cetro en MotoGP, igualando el palmarés de Lorenzo. Al ilerdense le hará falta ganar muchas más carreras u otro título para dejar al balear en el segundo puesto histórico del motociclismo nacional, porque Lorenzo suma 53 triunfos en su trayectoria profeskional y 32 en la cilindrada reina, mientras Márquez acumula 43 grandes premios en total y 17 en la primera división del motociclismo. Marc está destinado a ocupar el primer puesto en la historia española de este deporte. Pero Lorenzo abrió este sendero de ascender al primer escalón del motociclismo acabando con el imperio de un mito, Valentino. Se ha adjudicado dos Mundiales y tres subcampeonatos en cinco temporadas. Su regularidad es un ejemplo.
Jorge ha sido un espejo para Marc en esa arrogancia para no tener miedo de nadie y ganar a los ídolos, hasta convertirlos en antiguos ganadores. Rossi lo sabe muy bien. Lorenzo fue quien arrolló su caminar por MotoGP con una desvergüenza que Márquez imita ahora con similar eficacia. El mallorquín ha vuelto a los triunfos. Se agradece. Los dos pupilos de Honda deberán aprender a no fallar por superarse en su duelo íntimo y a fijarse en la experiencia de Jorge. Harían bien.
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