Se le olvidó su bandera española y habló con la organización del Mundial para que le prestaran una de las enseñas españolas del podio si se proclamaba campeón del mundo de Moto 3. Ganó la carrera, obtuvo el título y cogió esa bandera para pasearla por el circuito. Era tan larga que se le enganchó en la moto y la destrozó. Pero su enorme enseña roja, amarilla y roja dio la vuelta al mundo. Y su enganchón en las ruedas fue la foto del día. Joan Mir es el nuevo piloto español de motociclismo que se suma a la lista de grandes campeones del mundo. Mientras todos esperamos el cuarto galardón de Marc Márquez en MotoGP, por detrás viene la cantera que les relevará dentro de un lustro. Todos españoles.
Todos recordamos cuando Pedrosa lució la camiseta de la selección española de fútbol cuando el equipo nacional se jugaba mucho. Dani no es un amante del fútbol,pero demostró su sentimiento y su apoyo en un momento que toda la nación suspiraba por un título de nuestra selección. Pedrosa descolocó a muchos tibios, que no se atrevían a decir lo que sienten. Ahora, en plena batalla filosófia y política sobre España y el intento de secesión, Joan Mir ha salido a la pista a decir las cosas claras y el chocolate espeso, que en Mallorca lo hay muy bueno y calentito todas las mañanas.
Este joven mallorquín se suma a la espléndida lista de grandes números uno españoles que han dado las Islas Baleares. Guillermo Timoner fue el eterno campeón del mundo de ciclismo en pista que dio nuestro país. Fue un pionero de la pista para nosotros. Y después vinieron Moyá, Rafa Nadal, Jorge Lorenzo, Marco Asensio y ahora, Mir, que lo primero que ha hecho es dedicar su corona a Luis Salom, otro mallorquín que no pudo estar ayer con él porque murió en el asfalto de Montmeló en un desgraciado accidente que ha provocado el cambio de ese trazado.
Mir, felicidades por tu éxito y por tu personalidad. No te escondes en banderitas de equipo, ni de peñas, que las tienes también. Dices lo que eres. Que aprendan tantos cobardes escondidos, que dicen ser nacionalistas en su tierra y españoles cuando salen de ella. Esos que se llaman con el nombre nacionalista en su ciudad y con el nombre español en otro. Estos no nos valen, son cobardes que se sumarán a la mayoría que mande con tal de seguir viviendo del cuento. Hay muchos.
A todos esos cobardes les pedimos que se definan y no engañen más, como hizo Guardiola durante años cobrando de la Federación Española por jugar en una España que odia. Es el nuevo filósofo sociopolítico de la Premier. La BBC le contratará como analista político y social al cabo de unos años. Oxford y Cambridge tiemblan con estos politiquillos extranjeros, que no sienten el pasaporte que llevan y que lo único que han hecho en su vida es vivir de la calidad de Messi. Porque Pep, mucho toque y mucha gaita, pero usted sin Messi no habría ganado ni la copa de su barrio. Y sigue viviendo de ello. De Messi, un argentino, que nunca duda de su nación por cierto. Podría haber aprendido un poquito de él y no solo exprimir su clase para apuntarse títulos de Leo.
La coherencia de Joan Mir agrada en estos momentos de definirse y dar la cara, cuando la locura de los podemitas de Cataluña, que luchan contra el sistema democrático que tenemos, ha provocado que media España luzca la bandera española en su balcones.
Nos han tocado la fibra. El ¡Viva España! de don Manolo Escobar es himno nacional, desde la calle Balmes de la ciudad Condal a las Islas Canarias. Y Joan Mir, en vez de sacar la bandera en su balcón, la enreda en su moto y corre con ella. La bandera española giró como una rueda ganadora. Hasta para eso es distinto Joan. Viva Mallorca. Viva España.
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