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Jerez y Rossi, comienza el espectáculo

Tomás González-Martín el

 

Siempre ha sido distinto. Único. Irrepetible. En el año 2000 entraba en la sala de prensa y se secaba con la toalla como si estuviera en su casa, suspirando de calor, interrumpiendo el sonido de las preguntas y respuestas, mientras sus dos compañeros de podio eran políticamente correctos y hablaban, sentaditos, formalitos, ante los periodistas.

Cuando Valentino comenzaba a brillar por encima de todas las cosas, volaba por los pianos rojiblancos de los circuitos al borde de la caída. Los aficionados ajenos al motociclismo empezaron a interesarse por este italiano que generaba tantos elogios. Llegó Rossi a Jerez y arrolló. Conquistó definitivamente a la afición española. Para siempre.

Sus fiestas posteriores al triunfo terminaron por enamorar al público. El seguidor del motociclismo no es como el del fútbol. Quiere a Lorenzo, o a Pedrosa, o a Terol, pero también apoya a VR. No hay nacionalismos primitivos en los amantes de las dos ruedas. Los sabios de la moto, que llenan los circuitos españoles desde hace una década, disfrutan con el espectáculo del “Vecchio” y de jóvenes como Márquez.
El talento encandila.

El campeón italiano cortejó al simpatizante español para toda la vida con sus victorias y sus derrapajes con la rueda trasera. Hasta su éxito frente a Gibernau en 2004, con aquel choque de hombros al borde de la sanción, gustó al seguidor de este deporte. Porque era listo.

Ahora llega de nuevo la mejor carrera del año. El Gran Premio de España y Jerez significan una metáfora de fusión de la belleza, como si caminaran por el asfalto el caballo jerezano junto a la mujer andaluza, morena, con sombrero cordobés. No hay nada más bonito. Más elegante. Deportivamente, Jerez y Rossi son el “cum laude” del motociclismo. Aunque el número 46 venga con una Ducati sin domar, brusca y desobediente. Aunque el ídolo no se haya acoplado a la bala roja.

El mito vuelve al asalto que le hizo un icono mundial. Intentará acercarse a las Honda de Stoner y de Dani. No será fácil. Pero su idiosincrasia para salir, pilotar y responder al público son inigualables. “Vale” es como Sinatra: deberían correr y cantar siempre. Sin tener edad, como cantaba Gigliola Cinquetti.

Porque son sobrehumanos. Trascienden a este planeta.

 

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