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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Caza al espía “laowai” en China

Pablo M. Díez el

Cuando los servicios secretos de un país recurren a los periódicos para detectar espías extranjeros, podría parecer que detrás de tan brillante idea está la TIA de Mortadelo y Filemón o Gila llamando por teléfono al enemigo. Pero, cuando ese país es China, la cosa deja de tener tanta gracia por los desmanes que denuncias públicas similares trajeron, por ejemplo, durante la Revolución Cultural (1966-76).

El autoritario régimen de Pekín vuelve a poner a los extranjeros bajo su radar.

Recurriendo a métodos parecidos, el autoritario régimen chino está animando a sus ciudadanos a que delaten a espías de otros países a cambio de suculentas recompensas. Dependiendo de la información que aporten, los soplones pueden embolsarse entre 100.000 y 500.000 yuanes (entre 13.700 y 68.500 euros). Una auténtica fortuna en este país que, sin duda, despertará aún más la curiosidad que los chinos suelen sentir por los extranjeros que conocen o, simplemente, con los que se cruzan por la calle. A veces incluso en las grandes ciudades, la aparición de un “laowai”, como se denomina de forma entre coloquial y despectiva a los extranjeros, suele despertar miradas de asombro y sonrisas divertidas por la falta de costumbre.

“Como corazón del Gobierno y de su innovación, Pekín es la primera opción para las agencias de espionaje extranjeras y otras fuerzas hostiles a la hora de llevar a cabo actividades de infiltración, subversión, división, destrucción y robo de información”, advierte la Prensa oficial. Con su habitual tono propagandístico, medios como el “Diario de Pekín” animan a sus lectores a “construir gradualmente una Gran Muralla de acero contra los espías”. El objetivo de las autoridades consiste en “impedir los actos de espionaje o desarticular alguna red”.

Para denunciar estos casos, la Oficina de Seguridad Pública de Pekín ha puesto en marcha una línea telefónica y un servicio de correos. Además, se puede acudir a la Comisaría de Policía. A tenor de estas nuevas normas, los informantes que suministren pistas falsas no serán castigados a menos que se descubra que han actuado de mala fe para perjudicar a algún extranjero.

De forma propagandística, el cómic “Amor peligroso” alertaba a las jóvenes chinas de que tuvieran cuidado si salían con extranjeros, ya que podrían ser espías.

No es la primera vez que el autoritario régimen chino pone a los “laowai” bajo el radar. El año pasado, un cómic titulado “Amor peligroso” empapeló las paredes del metro de Pekín para avisar a las jovencitas chinas de que tuvieran cuidado si salían con extranjeros, ya que podían ser espías deseosos no solo de sus cuerpos, sino también de la información que pudieran manejar. A través de 16 viñetas, aquel tebeo contaba la historia de Xiao Li (Pequeña Li), una joven recién graduada de la Universidad que trabaja para un departamento del Gobierno y conoce en una fiesta a David, un guapo académico extranjero con un cierto parecido a Edward Snowden. Prendada de su encanto, que el hombre saca a relucir en cenas románticas con flores y champán, Xiao Li sucumbe a este “amor peligroso” y acaba pasándole información confidencial a David cuando este se la pide alegando que es para una investigación de su trabajo. Cegada por la pasión, la muchacha solo comprende su error tras ser detenida por la Policía, que le informa de que su novio es en realidad un espía extranjero.

Como no podía ser de otra manera, tan ingenuo cuento provocó la mofa generalizada en las redes sociales chinas, donde muchos de sus usuarios tienen amigos o parejas de otros países. Pero, más allá de su simpleza propagandística, estas campañas gubernamentales ponen de relieve la desconfianza cada vez mayor hacia los extranjeros en China. Valga como ejemplo que las organizaciones no gubernamentales de otros países tienen que registrarse ahora ante la Policía, y no ante las autoridades de asuntos civiles, como hacían antes.

Con estas medidas, entre las que destaca una nueva Ley de Seguridad que estrecha el cerco sobre empresas y organizaciones extranjeras, el presidente Xi Jinping sigue fomentando el nacionalismo en China frente a una hipotética amenaza procedente del exterior. Señalando al exterior, el régimen del Partido Comunista es experto en galvanizar a la población para evitar críticas internas y, de paso, endurecer su creciente represión sobre los disidentes y defensores de la democracia y los derechos humanos. Ya se sabe que nada une más que un enemigo común, y más si nos “levanta” a nuestras mujeres.

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