“Los chinos deberían estarle agradecidos al Gobierno japonés”. Con su habitual ironía y espíritu provocador, el artista y disidente más famoso de China, Ai Weiwei, ha valorado las masivas manifestaciones antijaponesas de la semana pasada para reclamar las disputadas islas Senkaku (Diaoyu, en mandarín). A su aire, como siempre, el célebre creador no ha entrado a discutir si dichos islotes deshabitados, pero al parecer ricos en bancos de pesca y yacimientos submarinos de petróleo y gas, deben pertenecer a China o a Japón. Para él, lo más importante de esta crisis es que “por primera vez, los ciudadanos chinos pueden montar una gran protesta en su propio país”. Todo un logro que, a su juicio, “hay que agradecer al Gobierno nipón”.
Con el traumático pasado que arrastran ambos países y las atrocidades cometidas por el Ejército imperial nipón durante la ocupación de China, lo más probable es que su opinión no sea compartida por muchos de sus compatriotas, alienados por la propaganda y el odio contra Japón con el que los educa el autoritario régimen de Pekín. Por ese motivo, Ai Weiwei no tiene dudas y asegura que las multitudinarias marchas contra la Embajada y los consulados nipones estaban “preparadas”. Para él, “la ultima protesta real que hubo en China fue la de Tiananmen en 1989”. Y todo el mundo sabe cómo acabó.
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