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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Tailandia, en las islas de DiCaprio y 007

Pablo M. Díez el

Con más de 300 metros de altura, de entre las aguas cristalinas del mar de Andamán emergen enormes islotes de roca caliza cubiertos por un manto verde de vegetación que crece entre las afiladas hendiduras de sus crestas. Cortados a cuchillo y erosionados durante millones de años por el mar, estos farallones de piedra kárstica dibujan una irregular pero majestuosa cadena de acantilados a lo largo de los 400 kilómetros cuadrados que ocupa la bahía de Phangnga, uno de los paisajes naturales más hermosos enclavados al suroeste de la siempre bellísima Tailandia.

Islotes de rocas calizas salpican esta bella bahía del mar de Andamán.

Hasta este lugar de ensueño, cada vez menos recóndito por culpa del turismo de masas que ha traído la globalización, venían a perderse desde asesinos a sueldos como el malvado Scaramanga, encarnado por Christopher Lee en la película de James Bond “El hombre de la pistola de oro”, hasta aventureros hastiados del mundo y ávidos de paraísos terrenales como Leonardo DiCaprio en “La playa”.

El primero, ya curado de la aversión al sol que sufría en sus tiempos del “Drácula” de la Hammer, se batía en un duelo con 007 sobre la dorada arena de la playa de Ko Khao Phing Kan, mientras el héroe de “Titanic” volvía a naufragar, esta vez en la paradisíaca isla de Ko Phi Phi. Barrido por el devastador tsunami que sacudió al Océano Indico en la Navidad de 2004, este islote ha vuelto a recuperar su esplendor como meca de “mochileros” de diseño en el Sureste Asiático. Al anochecer, y tras pasarse el día holgazaneando en la tumbona o chapoteando en olas de tono esmeralda, una legión de jóvenes ocupa los chiringuitos de la playa para dar buena cuenta de cervezas Singha bien frías o cócteles con calientes nombres exóticos. Al ritmo del “techno” que marca el DJ, bailan hasta el amanecer mientras los malabaristas locales amenizan al personal jugando con unos diábolos en llamas que, en ocasiones, acaban quemando a más de uno.

La playa de Railay, en Krabi, destaca por su blanca arena y sus aguas de color esmeralda.

Para navegar por las islas de la bahía, plagadas de celebridades y modelos que aspiran al famoseo, la mayoría elige como base la concurrida isla de Phuket. Como su playa principal, Patong, es una especie de Benidorm donde abundan los bares de “strip-tease” y los masajes con final feliz, es más agradable perderse por el extremo occidental del litoral, como Karon y Kata, donde sus apartadas calas son mucho más naturales.

Pero lo mejor es montar la base de operaciones al otro lado de la bahía, en la ciudad de Krabi y, más especialmente, en la playa de Railay, a la que sólo se puede llegar en barca. Allí, el exclusivo hotel Rayavadee ofrece lujosos bungalows con piscina entre la espesa maleza tropical y enfrente del mar. Desde aquí se puede salir a navegar cada día para recorrer los puntos más pintorescos de la bahía, como la isla del Conejo (Rabbit Island), y embelesarse con las majestuosas puestas de sol, cuando sus rayos anaranjados se reflejan sobre el agua y perfilan las misteriosas formaciones de roca caliza que despuntan en el horizonte.

Las espléndidas puestas de sol en Krabi realzan la belleza de sus playas.

Qué ver: los espléndidos atardeceres en playas de arena dorada y aguas cristalinas y las islas de la bahía, como Ko Phi Phi o Ko Khao Phing Kan.

Dónde dormir: En uno de los bungalows del lujoso resort Rayavadee, con piscina entre la maleza y vista a los acantilados y un restaurante en una gruta. 214 Moo 2, Tumbon Ao-Nang, Amphur Muang. Krabi. 00 66 (0)7562 0740-3.

Dónde comer: En la terraza del Railay Bay Resort & Spa, que sirve marisco a la parrilla durante las cenas. 145 Moo 2. Aonang, Amphur Muang. Krabi. 00 66 (0)7581 9401-4.

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