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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Los chinos, en Ikea, como en casa

Pablo M. Díez el

Con sus funcionales muebles de diseño e imposibles nombres escandinavos, sus lámparas halógenas de luz indirecta, sus mullidos sofás y edredones nórdicos y sus coquetos utensilios domésticos, las macrotiendas de Ikea son una especie de gigantesco hogar donde todo el mundo puede sentirse como en casa.

Que se lo pregunten, si no, a los chinos, que han hecho del Ikea de Shanghái su segundo hogar. En su restaurante, donde se sirve café gratis para acompañar los platos precocinados de albóndigas suecas y el salmón noruego descongelado, se dan cita diversos clubes de jubilados para conocerse, contar anécdotas de los nietos y, siguiendo la tradición, hasta emparejarlos si están en edad de merecer y son un buen partido. Pero los chefs de Ikea lo tienen crudo con los chinos: como las susodichas albóndigas y el salmón no forman, precisamente, parte de la famosa dieta oriental de arroz y fideos, los abueletes prefieren traerse de casa tarteras llenas de dumplings y verduras salteadas y, de paso, ahorrarse unos yuanes, que la vida está muy achuchada y peor que se está poniendo con la crisis.

Café para todos por cortesía de Ikea... y eso que a los chinos prefieren el té

Pero no se queda ahí la cosa. Los foros de internet cuelgan estos días fotos de la invasión china de Ikea, con decenas de personas que han tomado, literalmente, los cuartos y salones que se muestran como exposición.

¿Cómo se prueba una cama? Pues muy sencillo, echándose una buena siesta, que luego no se sabe si los muelles del colchón se nos van a clavar en los riñones. “Niño, tráete de esas estanterías unas mantas nórdicas que el aire acondicionado está muy fuerte y parece que me estoy destemplando”, dicen a gritos algunas madres para llamar la atención de los niños entre los ronquidos de algunas bellas durmientes.

Nada como una buena siesta para probar una cama

“Oye, y qué a gustito se está en este sofá”, se congratula una pareja que, a falta de coche propio, “pela la pava” en medio de un pasillo más atestado que la estación de metro de la Plaza del Pueblo en hora punta.

Aquí se lee el periódico mejor que un domingo por la mañana con tostadas en la cocina

“Aquí hasta se puede leer el periódico con calma, y sin tanto ruido ni ajetreo como en casa”, parece pensar otro “probador de sillas”, tan ensimismado en las noticias diarias que, al final, se le olvida comprar algo en Ikea. Bueno, ya volverá mañana porque los chinos en Ikea se sienten como en casa.

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