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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

CCTV: 50 años de pan, circo y propaganda

Pablo M. Díez el

“Shengri kuaile, CCTV!”, se dice estos días en China para festejar el 50 cumpleaños de la televisión estatal pública, que empezó sus emisiones de forma experimental el 1 de mayo de 1958 y no normalizó su programación hasta el 2 de septiembre de ese mismo año. Pero los actos para conmemorar el medio siglo de vida de la China Central Televisión (Televisión Central de China) se acaban de celebrar en Pekín para coincidir así con el 30 aniversario del inicio de las reformas capitalistas que han transformado al gigante asiático tras la muerte de Mao Zedong en 1976.

Una tienda de la calle comercial Xidan, en Pekín, vende los primeros televisores en blanco y negro de China en esta imagen de 1981. REUTERS

No en vano, la CCTV, que fue rebautizada así en mayo de 1978 porque en principio se llamaba Televisión de China, es una de las principales novedades que trajo el progreso y el crecimiento económico y, al mismo tiempo, la mayor plataforma propagandística del régimen.
Y es que, hasta finales de los 70, la CCTV sólo tenía un canal que únicamente emitía su programación por la noche y que, en verano, la ampliaba al resto de la jornada para que así pudieran verla los estudiantes que estaban de vacaciones. Claro que, en esos tiempos, eran todavía pocos los chinos que podían permitirse el lujo de tener un televisor en casa.
Pero, hasta mediados de los 80, la CCTV no se convirtió en el principal medio de comunicación de masas del país, ya que en aquella época emitió algunas series, hoy legendarias, que supusieron una auténtica revolución para un público todavía acostumbrado a los rigores del comunismo y que acogía con gran sorpresa los primeros programas de entretenimiento. Entre ellos, destaca la serie de 36 capítulos que adaptaba “El sueño del pabellón rojo” (“Hong Lou Meng”), uno de los clásicos de la Literatura nacional, pero también la popular gala del fin de año chino, que reúne a los cantantes, músicos y humoristas más famosos del momento y aún hoy es seguida por cerca de 1.000 milones de espectadores. Sin duda, el espacio televisivo más visto del mundo, con permiso de las ceremonias inaugurales de los Juegos Olímpicos y de las finales de los Mundiales de fútbol.
Junto a dicha gala, el noticiero “Xinwen Lianbo”, que se emite cada día a las siete de la tarde, es el telediario con más audiencia del planeta, ya que congrega ante las pantallas a unos 500 millones de espectadores porque las emisoras locales deben conectar con el mismo. Auténtico brazo informativo del régimen chino, dicho programa personifica a la perfección la propaganda de la que hace gala el régimen chino a través de la CCTV, tan sometida a la tutela y censura del Gobierno que apenas ofrece a la audiencia algo más que pan, circo y noticias positivas de sus líderes.
A pesar de esta descomunal audiencia, el mercado audiovisual del coloso oriental está ya tan fragmentado y cuenta con tantas cadenas provinciales y locales que la CCTV sólo dispone de un 30 por ciento de la audiencia nacional. Y eso que la televisión estatal ya tiene 18 canales que emiten las 24 horas del día y se han especializado en contenidos tan diversos y concretos como la ópera china, la información militar, el folklore popular o la programación infantil. Además, cuenta con un canal de alta definición y con tres más en inglés, español y francés que se emiten en el extranjero vía satélite.
Con más de 10.000 empleados, la CCTV tiene previsto trasladarse próximamente a la espectacular sede diseñada por los arquitectos Rem Koolhas y Ole Scheeren, un original rascacielos tecnológico formado por dos torres inclinadas y unidas en su cima que ya se ha erigido como uno de los iconos del Pekín olímpico. En sus 50 años de vida, la televisión estatal china se moderniza aún más en este siglo XXI, pero sigue ofreciendo a los espectadores pan, circo y propaganda.

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