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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

“Betty la fea” también seduce a los chinos

Pablo M. Díez el

La globalización de la pequeña pantalla también ha llegado a la China de la modernidad y el desarrollo, empeñada en que su progreso signifique parecerse a Occidente. Tras importar con éxito la fórmula de Operación Triunfo y arrasar con el concurso de canto Supergirls, la cadena de la provincia de Hunan ha vuelto a dar en el clavo con la versión made in China de uno de los fenómenos televisivos más populares de los últimos tiempos, la serie Betty la fea.

Este original culebrón colombiano, que también ha sido adaptado en España y Estados Unidos, ya ha sido copiado en el gigante asiático, donde el público le ha dispensado una espectacular acogida. Desde su estreno el pasado 28 de septiembre, la serie Betty la fea de ojos rasgados ha logrado un 6,96 por ciento de la audiencia, lo que supone una cifra altísima en este país de más de 1.000 millones de telespectadores y cientos de canales porque significa que es vista por unos 65 millones de seguidores.

Aunque la trama se conserva igual, se han producido algunos cambios para adaptar el programa al gusto del público en China, donde la serie se ha titulado Chou nü Wudi. Literalmente, quiere decir La fea mujer invencible, pero en realidad es un juego de palabras en mandarín porque la horripilante Betty o Bea para los españoles aquí ha sido bautizada como Wudi, que también se puede traducir como aquélla que jamás será derrotada.
Toda una declaración de principios para un papel que corre a cargo de Li Xinru, una desconocida actriz que ha despertado el interés de la audiencia al saltar a la fama con este personaje, al que no le faltan las gafas de culo de botella, las coletas, el aparato corrector en los dientes, los vestidos de la época de su abuela, los calcetines blancos, los andares de un pato mareado y, por último, su transformación en una mujer de bandera.

Aunque, en principio, la intérprete se había negado a desvelar su nombre real y otros detalles sobre su vida privada, los medios chinos han descubierto que se trata de una profesora de escuela que consiguió dicho papel tras pasar seis pruebas.
Gracias a tan conciezuda selección, se ha convertido en el trasunto de Lin Wudi, una joven de gran corazón pero nada atractiva que, tras licenciarse en Económicas en una prestigiosa universidad, empieza a trabajar como secretaria en una agencia de publicidad poblada por la más mezquina fauna humana.
Con esta base, la historia repite situaciones y personajes ya conocidos, como el patito feo, pero inteligente y bueno, que acabará conquistando el amor de su apuesto jefe a pesar de todas las conspiraciones y chismorreos en los que se ven envueltos el malvado socio de turno, sus maquiavélicas amantes y las demás arpías que pululan por la oficina. Dicho escenario de diseño, en el que abundan los anuncios no demasiado encubiertos de la marca de jabones Dove por ser uno de los patrocinadores de la serie, se erige por tanto en una metáfora de esta nueva China que, tras salir hace tres décadas de la uniformidad que imponían los trajes tipo Mao, está obsesionada por el culto a la belleza y, sobre todo, al dinero.

Nadie en el mundo se preocupa por tener una cara bonita más que los chinos, se queja uno de los muchos internautas que, ignorando que ésta es la tónica general en todo el planeta, reniegan de la serie por su banalidad y frivolidad.
Pero tales críticas no han impedido que Betty la fea china se haya convertido en un fenómeno de masas, por lo que muchos jóvenes ya cantan Yo soy Wudi y conozco bien mi cara o repiten frases sacadas del guión y dicen Me duelen los ojos de verte cuando se mofan de sus amigos menos agraciados.
Por lo demás, la telenovela recorre paisajes comunes y por ella desfilan singulares personajes ya familiares como la secretaria materialista y descerebrada, que no se cansa de repetir que no quiere lo mejor, sino lo más caro, o el director de anuncios gay, que puede romper una lanza a favor de este colectivo en un país donde la homosexualidad todavía está mal vista.
Para bien y para mal, y por obra y gracia de la tan cacareada globalización, China ya tiene su propia Betty la fea para subirse al carro de algo tan moderno y desarrollado como es la telebasura.

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