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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

El “Huracán” Carter de Japón

Pablo M. Díez el

Japón ya tiene su propia versión de ojos rasgados del Huracán Carter, el famoso boxeador estadounidense que pasó casi veinte años en la cárcel acusado injustamente de tres crímenes que no cometió. Se trata de Iwao Hakamada, el preso que más tiempo lleva en el corredor de la muerte en el archipiélago nipón: 40 años.
Al igual que hizo Carter en su época, Hakamada se ha pasado estas cuatro décadas clamando que es inocente de las cuatro muertes por las que fue condenado. El 30 de junio de 1966, su jefe en la empresa de soja donde trabajaba falleció en el incendio de su casa junto a su mujer y sus dos hijos pequeños.

El retrato de Iwao Hakamada preside una exposición para reivindicar su liberación. AP

Hakamada aseguró que había ayudado a extinguir las llamas pero, cuando se descubrió que los cadáveres tenían unas 40 puñaladas, las sospechas recayeron sobre él. Dos meses después, cuando tenía 30 años, fue acusado formalmente del cuádruple crimen por un par de pijamas que contenían restos de sangre y gasolina y, sobre todo, por su confesión ante la Policía.
En el juicio, el boxeador renunció a dicha declaración y juró que había sido torturado en comisaría, ya que los agentes le habían interrogado durante 264 horas a lo largo de 23 días. Con una media de diez horas de interrogatorio diarias, sin agua y sin permiso para ir al baño pero con abundancia de puñetazos y patadas, la sesión más larga había llegado a durar 16 horas y 20 minutos.
A pesar de las numerosas dudas que planeaban sobre el caso, Iwao Hakamada fue condenado a muerte en 1968 y, desde entonces, todas sus apelaciones han sido rechazadas.
Pero ni el boxeador ni sus abogados están dispuestos a tirar la toalla porque, el año pasado, el caso dio un giro inesperado. Rompiendo una de las principales normas de la judicatura, el magistrado que firmó la condena, Norimichi Kumamoto, rompió el secreto del sumario y desveló que creía que el acusado era inocente y que así se lo había manifestado a sus dos compañeros de sala, quienes le obligaron a redactar la sentencia porque él era el más joven.
Aunque el juez, ya retirado a sus 70 años, ha sido duramente criticado por tal relevación, asegura que no se arrepiente y confía en que alguien del Tribunal Supremo me escuche ahora que mi vida está a punto de acabarse, por lo que estoy contento de haber hablado y sólo lamento no haberlo hecho antes.
Sin embargo, los abogados de Hakamada volvieron a fracasar en su recurso contra la condena, a pesar de que se demostró que los pantalones del pijama por los que el reo fue condenado ni siquiera eran de su talla.
Este es el típico caso en el que se ha encontrado un hombre inocente culpable de una falsa acusación porque el tribunal confía en las confesiones logradas durante los interrogatorios, ha criticado Hideyo Ogawa, uno de los abogados defensores del boxeador.
Aunque Hakamada sigue en el corredor a sus 72 años, su historia ha vuelto a abrir el debate sobre la pena de muerte en Japón, ya que la Federación de Boxeo ha organizado varias veladas para recaudar fondos con los que ayudar a la familia del preso. En el opaco sistema penitenciario nipón se calcula que hay unos 165 presos esperando a ser ejecutados, de los cuales siete ya han sido ajusticiados en lo que va de año.
Además, dichas ejecuciones, que se llevan a cabo mediante el brutal y medieval método del ahorcamiento, se producen casi de manera secreta y sin avisar previamente a los familiares.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, sólo cuatro reos han visto conmutada su pena al demostrarse que habían sido condenados erróneamente. El último fue en 1989, mientras que otro, liberado en 1983, se pasó 33 años entre rejas.
Ahora, Iwao Hakamada, el Huracán Carter japonés, espera ser el siguiente después de haberse pasado 40 años solo en una celda. Aunque su mente ya se le ha ido hasta tal punto de que apenas tiene sentido lo que dice, su familia se aferra a la carta que le escribió a su hijo en 1983. Te demostraré que tu padre nunca mató a nadie, como bien saben la Policía y el juez, dijo en ese momento el boxeador, quien prometió que romperé estas cadenas de hierro para volver con vosotros.

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