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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Paisaje después de la batalla en la revuelta tibetana de Xiahe

Pablo M. Díez el

La ciudad de Xiahe, en la provincia de Gansu, ha sido uno de los focos de la revuelta tibetana al albergar el monasterio de Labrang, uno de los principales templos de esta religión y centro de peregrinación junto a Lhasa.
Durante el fin de semana, en que se han producido violentos enfrentamientos entre los manifestantes a favor de la independencia del Tíbet y el Ejército chino, éste es el ambiente que se respiraba en Xiahe.

Los monjes budistas, desafiantes, habian perdido el miedo a la represión del régimen comunista chino y no dudaban en echarse a la calle convencidos de su victoria.

Un monje muestra los botes de gases lacrimógenos con los que los agentes antidisturbios han dispersado las manifestaciones, que han partido del barrio tibetano y se han dirigido hacia el centro de la ciudad, donde se concentran los comercios dirigidos por los chinos de la etnia Han, la mayoritaria en el país.

Una tanqueta de la Policía militar patrulla por la calle principal de Xiahe para impedir nuevos altercados

Escuadrones de los agentes antidisturbios desfilan por el centro de la ciudad y marchan al grito de “yi, er, san” (“uno, dos, tres”) y haciendo resonar sus botas sobre el asfalto. Son el signo más claro de que China canta victoria tras haber aplastado esta nueva “Revuelta Azafrán”, similar a la que protagonizaron los monjes budistas de Birmania en septiembre del año pasado.

Casi todas las ventanas y cristales de la calle principal siguen rotas tras el paso de los manifestantes durante el fin de semana. Las tiendas continúan cerradas y sólo la sucursal de la compañía telefónica China Mobile ha abierto sus puertas para que los monjes budistas puedan pagar las facturas de sus móviles y comprar las ollas eléctricas para hervir arroz que también se venden en dicho establecimiento.

Los monjes del monasterio de Labrang, como este niño pequeño, siguen muy enfadados por la represión del Ejército chino, pero también tienen miedo a volver a manifestarse porque algunos de sus compañeros han sido detenidos y temen por su suerte

Pero, poco a poco, la ciudad va recuperando la normalidad y los monjes vuelven a sus labores cotidianas en los monasterios: estudiar, lavar sus ropas y, también, jugar al “ping pong”.

Ni en este monasterio de Labrang ni el resto del Tíbet se sabe cuándo volverán a reproducirse los violentos disturbios que han vuelto a poner sobre la mesa la independencia de esta región, ocupada por el Ejército chino en 1950 y anexionada oficialmente un año después.

Este es el paisaje después de la batalla en la revuelta tibetana de Xiahe.

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