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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Cruces rojas en la oscura noche de Seúl

Pablo M. Díez el

En el horizonte de la oscura noche de Seúl, entre los letreros de neón de los rascacielos y los luminosos de los karaokes, brillan como si fueran auténticos faros espiritules para el alma cientos de cruces rojas. Cada una señala el lugar donde hay una iglesia en Corea del Sur, que cuenta con la comunidad cristiana más numerosa de Asia tras Filipinas y Vietnam. Divididos en católicos, protestantes, evangélicos o adventistas del séptimo día, los cristianos surcoreanos son tan activos que a veces su exceso de fe raya en el fanatismo. Como cuando, durante los últimos años, dos numerosos grupos religiosos surcoreanos no han tenido mejor ocurrencia que irse a predicar la palabra de Dios al Afganistán musulmán de la posguerra, dominado en buena parte por los talibanes. Un atrevimiento que algunos de ellos han pagado con sus vidas tras ser secuestrados por los “Estudiantes del Corán”, quienes no sólo convirtieron en mártires de la fe cristiana a varios surcoreanos, sino que además se embolsaron el suculento botín que el Gobierno de Seúl pagó a cambio de la liberación del resto de la expedición. Una cruzada de “ojos rasgados” que ha sido duramente criticada por sus compatriotas y que ha puesto en la picota el proselitismo religioso de estos grupos. Y es que los caminos del Señor son inescrutables.

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