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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

El Gran Mercadillo chino

Pablo M. Díez el

Patrimonio de la Humanidad, una de las maravillas del mundo (tanto de las antiguas como de la nueva lista que ya se puede votar en internet), símbolo de China y, por supuesto, ineludible reclamo turístico y comercial. Gracias a todo ello, la Gran Muralla china ya se ha convertido, por méritos propios y deméritos de las autoridades, en el Gran Mercadillo chino. A pesar de sus orígenes milenarios, que datan de la dinastía Qin y se remontan al año 221 antes de Cristo, en la Gran Muralla abundan hoy puestos ambulantes de “souvenirs” y comidas, fotógrafos que retratan a los turistas encaramados a la joroba de un camello, dibujantes de caricaturas, vendedores de camisetas, gorras, “pins” y toda la fauna que conlleva el “merchandising”. De hecho, en el tramo más visitado a 70 kilómetros al noroeste de Pekín, el de Badaling, incluso funciona en su cima una montaña rusa para que bajen aquéllos que se han cansado de subir sus empinadas cuestas. Afortundamente, el “mercadillo” se concentra sólo en los puntos más turísticos de la Gran Muralla situados en los alrededores de la capital china. Por ese motivo, la mayor parte de sus 6.300 kilómetros permanece a salvo de estas hordas de turistas, que dejan en un inocente juego de niños las acometidas de los bárbaros que, en un principio, debía frenar el muro. Pero es que, hasta el pasado otoño, la Gran Muralla carecía de protección estatal alguna, por lo que canteros sin escrúpulos expoliaban sus ladrillos y piedras para pavimentar carreteras y algunos gobiernos locales hasta alquilaban los tramos bajo su jurisdicción para celebrar tumultuosas “fiestas rave” que provocaban graves desperfectos al monumento. De hecho, sólo el 20 por ciento de la construcción se mantiene en pie, un 30 por ciento se encuentra en malas condiciones y el resto ha desaparecido por completo. Mao Zedong dijo que “quien no ha subido a la Gran Muralla no es un hombre de verdad”. Desafortunadas palabras para un país que, con 1.300 millones de habitantes, es el más poblado del planeta, sobre todo conociendo el miedo de los chinos a “perder la cara” al no cumplir los retos que se les plantean. El “Muro de los 10.000 Li”, como se denomina en China a la Gran Muralla porque cada “li” son 500 metros, resistió las fieras embestidas de Atila y sus más de “hunos”, ¿pero sobrevivirá a la plaga de turistas que la acosa en la actualidad?

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