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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

¿Se puede mandar sin cargar la suerte?

Rosario Pérez el

Los cánones primigenios hablaban de parar, templar y mandar. Hasta que llegó un torero de Borox e incluyó el verbo cargar. Domingo Ortega puso en su sitio aquello de cargar la suerte: “Parar, templar y mandar. A mi modo de ver estos términos debieron completarse de esta forma: parar. templar. cargar y mandar. Sin cargar no se puede mandar». Dicen algunas lenguas que su sentencia lleva un dardo contra el estilo de Manolete, el Monstruo cordobés.

Decía el genio: “La mayoría cree que parar, templar y mandar es esperar a que los toros vengan a estrellarse en el objeto, sin que el torero se mueva; esto es un error, porque si te paras, no puedes templar, y mucho menos mandar”.

Hoy hubiese soplado las velas de su cumpleaños el maestro toledano, que vino al mundo un 25 de febrero de 1906. El pasado año, su pueblo natal le rindió tributo. Sus sentencias siguen aún vigentes. Pervive aquella conferencia magistral del Ateneo, “Las normas clásicas del toreo”.

Aquel torero que se codeaba con la intelectualidad de la época y que afirmó que “dar pases no es lo mismo que torear”, retrató lo que muchos piensan hoy: “Desde hace unos años han oído decir a aficionados, periodistas, folletos y demás propaganda que el toreo había llegado al súmmum de la perfección, que era lo nunca visto (…) Quieren sostener lo insostenible, conformándose con decir que se torea mejor que nunca, pero conociendo en el fondo la monotonía que existe en este toreo”.

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Rosario Pérez el

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