La tarde de frío no era para el arte y Morante se lo tomó a pecho, tanto que algunos le llamaron tunante. Y es que una cosa es estar mal y otra que además parezca una golfada. Y es que esto del Tour, con todo premeditado, todo preparado, todo dispuesto para el arte, no parece que vaya a funcionar. Todo tan previsible que a Morante se le atraganta la falta de improvisación. Con esto del Tour han querido hacer una gira de gran artista del rock, y se han olvidado que el toreo es otra cosa, sobre todo respeto a la afición y el papel fundamental del toro, en esta ocasión representado en una fea y destartalada mansada de Montalvo, lejos de la imponente corrida que esta divisa lidió el pasado 15 de agosto en esta misma plaza. Si se saltan esos preceptos todo queda en una banda dando tumbos, con mucho glamour, pero tumbos al cabo.
En la tarde de Morante en Madrid se olvidaron de eso precisamente, de Madrid. Y ya puestos, Finito se subió al carro del arte de frío, mientras que el pundonor, la entrega y el toreo largo lo uso un Alejandro Talavante que brilló al natural con el tercero. Lástisma del sartenazo final que esfumó el triunfo.
Entre barreras
por
Ángel González Abad