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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

La moratoria, un engaño

Ángel González Abad el

Para que nada faltara en este culebrón en que se ha convertido el debate sobre la abolición de las corridas de toros en Cataluña, ahora va CiU y sale con el invento de la moratoria. O sea, prohibir la Fiesta pero dejar que la Monumental catalana siga dando toros durante un tiempo. ¿Dos años?, apenas nada. Desde sectores del PSC la cosa no se ha visto mal. Nadar y guardar la ropa. Me gano a los que están contra los festejos taurinos y me siguen votando los que quieren toros. Así de fácil, la cuadratura del círculo. Pues no.

 

Puede que al final la moratoria sea una realidad, puede también que haya sido una posibilidad desde el principio, y esto sería muy grave por el engaño que supondría de cara a quienes se han partido la cara en esta historia, algo muy duro para quienes confiaron en la clase política catalana.

«¡Una moratoria es la solución!», vino a decir un sesudo diputado en vista de que el debate sobre las corridas se había convertido en un sí o un no a la libertad, a la libertad de los catalanes. Se comparó una corrida de toros con la ablación, con el maltrato a las mujeres, a los ancianos y a los niños, pero esos insultos a los aficionados quedaron en evidencia cuando en verdad de lo que se trataba era de prohibir. Ahí comenzaron los problemas para quienes creían que con la pretendida tortura tenían la coartada perfecta.

Acaba de presentarse en Barcelona el libro «Catalunya Taurina» de Raúl Felices, un documento que demuestra todo lo que Cataluña ha significado para la Fiesta, que demuestra la catalanidad de los Toros y que pone sobre la mesa que gracias a la libertad se ha podido escribir esa historia: una auténtica Historia Taurina de Cataluña, que es parte de la Historia de Cataluña y parte de la Historia de la Tauromaquia.

Pues ahora se trata de cercenar esa libertad que los catalanes han tenido siempre para escribir su propia historia, ahora se puede cerrar definitivamente ese libro. Carpetazo, poner el punto final, pero, eso sí, con una moratoria.

¡Qué cara más dura! Una salida digna -¿para quién?-, otra vez lo políticamente correcto, el sí pero no, la vela a Dios y al diablo.

Una chapuza política se está cociendo en los pasillos del Parlament, una traición, una insidia. Moratoria. Si hasta la propia palabra parece escurridiza, como que no viene de cara como el toro bravo, como que no se coloca de frente como el mejor torero. Que suena a engaño, vamos.

Ni dos años ni cinco ni quince. La Fiesta no está en venta, aunque ahora algunos políticos catalanes vean en esa solución una luz en todo este laberinto del debate prohibicionista. La misma luz que vieron al final del túnel del Carmel con su tres por ciento incluido. O sea, nada.

Un puñado de monedas, eso es la moratoria que se han inventado para lavar su cara, o mejor su…

Toros
Ángel González Abad el

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