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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

El Juli, dos puertas y un destino: la gloria

Rosario Pérez el

 

Cuando un hombre se la juega de verdad, puede llegar la cornada. Cuando un hombre se coloca en el fijo de la navaja, puede derramar su sangre. Frente a cualquier rival, que para un ejército nunca hubo enemigo inferior. Ni pelotones toristas o toreristas. Dicen que Victoriano del Río envío a Sevilla una señora corrida de toros, y no fueron esos toritos “borregos” de los que algunos hablan restándole importancia al “oficio” de torero.  Incluso en los jardines más nobles crece la maleza, y cualquier mala hierba, cualquier comportamiento de un animal incierto, te puede mandar al hule.

El Juli, cabeza privilegiada de la tauromaquia, sabría mejor que nadie de las dificultades de ese “Ebanista” que le propinó un derrote seco e hiriente. Podría haber escondido la pierna (ay, cuanto discurso barato se oye y lee con tal de no reconocer a veces los méritos de los grandes, caso de El Juli) y aliviarse, dar un paso atrás y poner en peligro el arte; pero El Juli prefirió dar un paso al frente y poner en peligro su vida.

Tuiteaba Alejandro Talavante que Julián había engrandecido ayer más el toreo. Y me sumo a su opinión: este torero se ha ganado desde hace muchos años el respeto y la admiración de los profesionales y aficionados. Esta cornada en la Maestranza es otra página más en su luminosa trayectoria, luz potenciada con un Domingo de Resurrección en el que se hizo amo y señor de la Maestranza. Con esa ambición propia de los que empiezan, ambición e ilusiones que malo el día que desaparezcan, el madrileño lo tuvo claro: o la puerta grande (principesca) o la de la enfermería. En volandas se lo llevaron…

 

Dicen que a un buen aficionado le caben muchos toreros y toros en la cabeza, y que para gustos el arco iris, pero creo que no reconocer los méritos y las glorias de El Juli es ser un mal aficionado. Las barbaridades de aquellos que se alegran de la tragedia mejor ni comentarlas; es sencillamente repugnante. Allá cada cual con su moral, qué hartura de dobles morales. Sin dobleces escribo yo que El Juli es una máxima figura, mucho antes de esta cornada y de esa indiscutible Puerta del Príncipe, que no vamos a descubrirlo ahora. Con permiso del capote de Morante, el inicio de temporada en Sevilla lleva el nombre de El Juli.

 

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