Como decía Napoleón con el brazo dentro del pecho, y María Antonieta confirmaba, la historia siempre se repite. El Real Madrid actual vive la misma encrucijada que el club soportó en las dos etapas de Capello. El italiano ganó la Liga dos veces, con diez años de diferencia, las ediciones 1996-97 y 2006-07, y en las dos ocasiones fue destituido posteriormente. Su seguridad defensiva otorgó al equipo el éxito, pero su fútbol no era brillante y los dirigentes optaron por despedirle injustamente. Gracias a la impronta de Fabio, el conjunto blanco regresó al triunfo en la Champions un año más tarde, en 1998, pero tampoco se valoró su aportación determinante. Ahora, el equipo de Benítez se encuentra en la misma tesitura. Y hay que pedir a los socios abonados que se definan: ¿Qué quieren, un Madrid ganador o un Madrid de jogo bonito curroromerista? Elijan.
Sí, hay una respuesta fácil: las dos cosas a la vez. Pero eso no siempre es posible. El Madrid más vistoso salió frente al Barcelona con el 4-3-3 clásico y la hecatombe fue colosal. Cuatro días después, en Ucrania, un Madrid con Modric, Bale y Cristiano jugó aceptablemente Y ganó 3-4, pero todo el mundo criticó la debilidad defensiva. Una semana después del clásico, en Éibar, en un campo difícil, los blancos vencieron 0-2, con Modric, James, Kroos, Cristiano y Bale en el césped, y tampoco se jugó bien. ¿Es Benítez quien dice a esas figuras que jueguen mal? No. Entonces, es injusto centrar el disparo sobre el entrenador.
Hay un primer hecho incontestable: los mejores futbolistas blancos no están en su forma ideal, marcados por las lesiones. Su progresión será rápida, pero les quedan dos semanas para ponerse a punto. Y mientras, caen en combate otros hombres: Varane, Ramos, Marcelo, Jesé y ahora Carvajal.
El Madrid necesita que sus líderes se pongan a punto. El colombiano James acaba de salir de una lesión y aún no es el gran jugador que conocemos. Benzema vive ese camino hacia la punta de forma. Danilo tiene que salir como lateral izquierdo. El Madrid vive un vaivén de lesiones que no permite a Benítez repetir un once. Solo lo ha hecho dos veces. Y se critica con dureza al plantel por su falta de fútbol bonito. Ahora, lo que manda en el técnico es ganar para salir de la crisis. Habrá que valorar en junio su labor y la de los jugadores. Pero criticarle diariamente por la falta de belleza en el fútbol del conjunto se hace ya pesado. Los jugadores son siempre los primeros responsables, no lo olviden.
Lo que sucede es que Benítez no cae bien. No hace gracias en las ruedas de prensa con frases manidas, como las que utilizaba Ancelotti. El madrileño se pone a veces demasiado a la defensiva. No tiene cuerda. Y eso no se lo perdonan muchos, que prefieren una frase lapidaria para obtener un titular. Si Benítez fuera gracioso o se reuniera cada mes con cuatro o cinco vocingleros, como hacía Guardiola, otro gallo le cantaría. Ese mismo gallinero le cuidaría. Pero a Benítez no le gusta este corral interesado. Piensa jugar como él cree que es mejor, sin la comprensión externa. Y las críticas son crudas, porque no tiene apoyos. Elijan, señores socios, juego bonito o triunfos. La prensa le pide ahora juego bonito. Pero después le exigirá títulos.
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