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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Oídos sordos al fusilamiento contra Bale

Tomás González-Martín el

Ha sido tratado injustamente como el problema del Real Madrid y no lo es. Al revés. Es una estrella incomprendida. Es un delantero del fútbol inglés, rápido, veloz, que gusta del juego intrépido, del pase en profundidad, de ser aprovechado cada vez que arranca. Y el centro del campo del Real Madrid le desperdicia en demasiadas ocasiones. En el césped se observa cómo corre como una gacela en profundidad o en diagonal para solicitar el centro al hueco y nadie se lo da. Sufre el centrocuentismo horizontal que tanto critica Ancelotti. Es víctima de una desconexión con su estilo de juego. Y le echan la culpa.

Le lapidan porque dicen que no baja a defender. Y nadie subraya que es el único de los tres delanteros que desciende a tapar su banda. De Benzema y de Cristiano no dicen nada. Solo de Bale, que es británico, tímido y le cuesta adaptarse a esta idiosincrasia de los silbidos en tu estadio. Ésto, en Inglaterra, será imposible.

Antes, el acusado de todas las desgracias del Madrid era Karim. Ancelotti salió a defenderle como el deantero total y las culpas se acabaron. Ahora, el italiano debería salir a apoyar a Gareth con similar rotundidad. Porque sufre un fusilamiento que esconde las debilidades generales del equipo. 

Hay que hablar claro. Si se pide que Bale defienda, que se exija a los tres puntas. Verán cómo en Barcelona sí bajan los tres delanteros. Fue ultrajante la crítica que se hizo contra el británico ante el Schalke cuando era el único atacante que bajó a cubrir su zona cuando pudo. Incluso se le pedía bajar cuando acababa de hacer un jugada ofensiva y estaba arriba. Era imposible que llegara atrás. ¿Dónde estaban los relevos, las coberturas?. Nada, todo era cupa de Bale. Y el chico, tímido, se ha sentido pisoteado. Durante meses. Y  ha explotado.

Le culparon de los fracasos ante el Valencia, el Atlético, el Villarreal, el Athletic y el Schalke. Y ha estallado. Le vapulearon por no dar dos pases de gol en Mestalla y en el Bernabéu, cuando Ancelotti respondió que no tenía porque darlos, porque podía marcar él. Lo malo es que erró las dos ocasiones y le cayó la paliza mediática. Y ahora ha saltado a contestar a la grada y a esa prensa obsesionada con él. Marcó el primero de sus dos tantos frente al Levante y se tapó los oídos.

El domingo salió ansioso por marcar después de cincuenta días sin conseguirlo. Su último gol databa del 24 de enero, en Córdoba, en aquel golpe franco que se convirtió en el penalti que dio la victoria al Real Madrid en El Nuevo Arcángel. Habían expulsado a Cristiano y fue Bale quien cogió las riendas del partido. El galés quiere liderazgo y lo demuestra cada vez que Ronaldo no está.  Ayer consiguió por fin romper su sequía goleadora. Y en el 1-0 se cubrió los dos oídos en un gesto metafórico que delataba una crítica al público que se ha cebado contra él como culpable de una crisis que era de equipo. Era igualmente una respuesta a los medios de comunicación que han pedido su suplencia. Esa prensa que ha centrado su ataque en el británico como culpable de las derrotas, por una cuestión táctica que tampoco es culpa de Gareth.

Bale opina que no cae bien. Cómo no tiene gestos especiales con los espectadores cvuando consigue goles, parece que pasa por el Bernabéu como un invitado, no como un titular fijo. Piensa que existe una campaña para quitarle del once. Primero se exigió la titularidad de Isco. Luego, el paso a un 4-4-2 que le excluía. Sobraba. Hasta se prefería a James antes que a él. En el entorno del británico se subraya que ¡ya está bien!

El liderazgo monopolístico de Cristiano también le perjudica. Tiene que estar a la sombra del portugués. Y cuando Ronaldo no está, demuestra todo su potencial, porque asume la misión del gol. El segundo tanto ante el Levante fue el ejemplo de esa posición secundaria. El luso celebró el 2-0 como suyo y Bale se calló sabiendo que la diana se la adjudicarían a él, porque tocó el balón con su bota y lo desvió de manera decisiva hacia el fondo de las redes, porque el disparo de Cristiano no entraba. Gareth se lo dijo a Modric. El árbitro se lo dio al galés, claro. Pero nadie le felicitó en el campo y todos lo sabían. Cuando se acaben estas nimiedades, a Bale le irá mejor. Y por extensión, al Real Madrid.

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