La cúpula del Real Madrid está desencantada y decepcionada con el rendimiento y sobre todo con la actitud de varios jugadores de la plantilla. El equipo no puede continuar así, sin demostrar la capacidad de lucha que ha marcado su gloria desde 1953, cuando Di Stéfano y Gento cambiaron la historia del club y del fútbol.
El Real Madrid actual ha recibido 19 goles en trece jornadas de Liga. Solo lleva 20 puntos de los 39 posibles, la mitad. Solari no tiene culpa porque acaba de llegar, pero el club le pide que tome medidas para acabar con este problema que se ha extendido a lo largo de cinco meses.
El entrenador tiene vía libre para aplicar todas las decisiones que quiera. Puede sentar a las antiguas vacas sagradas blancas que ya no son vacas sagradas, porque ahora muchas de ellas no rinden. Nadie olvidará todos los títulos ganados, las cuatro Champions, pero en el club están desencantados con el devenir de grandes jugadores que no demuestran poder de reacción ni ilusión para ganar los partidos. Es recibir un gol en contra y el equipo, contrariamente a la historia de competitividad que comenzó Di Stéfano hace más de 65 años, no reacciona y no busca el empate, ni lucha para remontar las adversidades. Ese no es el ADN del Real Madrid.
La Junta directiva le pide al nuevo entrenador que consiga recuperar la idiosincrasia del equipo y para ello tiene total libertad para sentar a los veteranos titulares y alinear a los jugadores que pueden cambiar esta situación. Hay vía libre. Todo está en su mano, pero el Real Madrid tiene que volver a ser el Real Madrid. Ramos es el mejor ejemplo de ese ADN. Aunque falle, siempre lo da todo. Habló en Éibar y criticó al plantel porque no luchan como el club demanda históricamente. Sus títulos llegaron por esa entrega añadida a la calidad. El capitán y la cúpula manifiestan sin tapujos que esto tiene que cambiar.
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