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Bale se pone a trabajar con el reto del clásico

Bale se pone a trabajar con el reto del clásico
GRA091. MADRID, 14/02/2017.- Los jugadores del Real Madrid, el francés Karim Benzema (i), Gareth Bale (c) y Cristiano Ronaldo durante el entrenamiento realizado hoy en la Ciudad Deportiva de Valdebebas, en la víspera del partido de ida de los octavos de final de la Liga de campeones que el vigente campeón disputa mañana ante el Nápoles en el estadio Santiago Bernabéu. EFE/Emilio Naranjo
Tomás González-Martín el

Es una desesperación total. Bale se cuida con dedicación total al fútbol y no sabe por qué recae en las lesiones. Puede ser su estrés por reaparecer, le dicen unos. Puede ser por el temor a romperse de nuevo el que provoque esta continuidad de dolencias, escucha a otros. Y todos pueden tener razón. Se rompe Gareth al forzar en los entrenamientos y ya han salido los salvadores del mundo desde sus púlpitos pagados a dar doctrina sobre los problemas del jugador y las soluciones, como si los doctores del Real Madrid y de otros lares donde el galés ha acudido no supieran mejor que nadie sus debilidades, que son tan psicológicas como puramente físicas. El Real Madrid ayudó al futbolista durante este periodo de depresión por sufrir lesiones en cuanto exprime su cuerpo y juega bien, como hizo en Dortmund el 26 de septiembre. Allí marcó un gol, dio otro a Cristiano y sintió su nuevo problema en el sóleo izquierdo maldito. Ahora ha sido el aductor de esa misma pierna, la zurda, que acumula doce de sus diecinueve dolencias. Y el club ha vuelto a la carga para apoyar a su jugador en estos momentos tan duros, porque lo peor que soporta el británico es no saber por qué se lesiona en cuanto está a tope. Lo peor que sufre Bale es no saber qué le pasa. La impotencia que siente Gareth es no saber por qué se rompe en la derecha o en la izquierda, da igual, pero se rompe.

El Real Madrid analiza si es esa ansiedad y su preocupación por reaparecer y temer la recaída la que, en efecto, le afecta mentalmente. El recuerdo de aquel bulto en su pierna el día de su frustrado estreno en el Bernabéu, el 22 de septiembre de 2013, que le impidió debutar, es un dato de la tensión que afecta al futbolista. La presión le vence. En aquella ocasión el estrés por jugar y por hacerlo bien pudo con él. Puede ser aprensivo a su estado físico y sus reapariciones, sí.

El dilema que vive el británico es que sus virtudes surgen a toda máquina, al cien por cien, con su zancada de galgo. Si sale y juega con el freno echado, no marca la diferencia. Si explota sus posibilidades de velocidad, triunfa. Y se rompe otra vez. ¡Ha sucedido tantas veces! ¿Qué puede hacer? Él se cuida con una dedicación total al fútbol, es el polo opuesto a Prosinecki, un jugador de otra época, donde fumar era normal. Ese es el dilema de Bale: hace todo bien para jugar y no puede. El club le anima para reaparecer en el clásico del 23 de diciembre y realizar una segunda parte de la temporada a buen nivel. Es el reto que se han marcado. Gareth lee ahora con dolor que debe ser traspasado, que debe volver a Inglaterra, que no rinde. Es la cruda realidad de su situación en el fútbol profesional, que no piensa en las personas, que no mira su estado psíquico y físico.

El Real Madrid no piensa ahora si debe continuar o ser traspasado en junio. Eso lo verán entonces. Se concentra en recuperar al futbolista para que rinda en el equipo y ayude a conseguir títulos. Después, en el verano, será Bale quien decida su porvenir. Pero hoy, el club busca sacar lo mejor del futbolista.

Quedan seis meses decisivos y el galés debe ser decisivo, como lo fue en las semifinales y en la final de la Champions lisboeta. Como lo fue en la Copa de Mestalla, de Bartra y del Barcelona derrotado. Como lo fue en el Mundial de Clubes de Marruecos. Como lo fue en la primera Copa de Europa de Zidane, cuando el galés tomó las riendas del equipo, lesionado Cristiano, y decidió las semifinales frente al Manchester City. Tiene calidad para decidir. Debe hacerlo.

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