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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

El PSG del Estado de Qatar ha roto el respeto por los contratos

El PSG del Estado de Qatar ha roto el respeto por los contratos
03/08/2017. Cartel con el que el PSG ha dado la bienvenida a Neymar.
Tomás González-Martín el

Estamos acostumbrados en el fútbol a ver contratos que se firman pero que no valen nada, porque los futbolistas piden más dinero cada año a rebufo de títulos, goles o de las mejoras de contratos de otros futbolistas en otros lares, producto de traspasos engañosos como el de Pogba por el Manchester United, 16 millones netos anuales, o el de Lass Diarra por el Rubin Kazan, quien dejó el Real Madrid para fichar por 7,5 millones anuales y allí supo, como le sucedió a Eto’o, que cobras si dejas el dinero allí, que no te lo quieren pagar en la Europa occidental que conocemos como clásica. Todo tiene su trampa y su punto negro (dinero).

Son los representantes de los futbolistas, que cobran entre el cinco y el diez por ciento de esos contratos y renovaciones, los que calientan la cabeza a los jugadores para exigir más y no dar por buenos los contratos firmados unos meses antes. Di María cedió a esas presiones y miren cómo ha acabado, suplente del PSG, fracasado en el Manchester United, cuando era titular en el Real Madrid. Ozil no hay día que no se levante y lamente haber sido engañado por su padre para irse al Arsenal. Llevó a juicio a su padre. Y se ha perdido tres Champions y doce títulos. En el Arsenal solo ha levantado la copa del vino tinto que se toma el día que libra.

Ahora, la explosión del fichaje de Neymar, que ha sido traspasado por 222 millones y percibe 30 millones netos por campaña, es el que ha roto todas las barajas. Muchos futbolistas piensan en ganar mucho más dinero. Pero hay que hablar muy claro: las adquisiciones que hacen el PSG y el Manchester City están pagadas por dinero de estados árabes petrolíferos, no son clubes privados, son equipos de Estado. Y con el dinero de todos se pueden hacer muchas cosas, porque si hay agujeros negros y números rojos, los dirigentes relacionados con esos estados árabes pueden taparlos con más dinero que no es privado, sino público, procedentes de países donde no hay democracia y donde no hay que justificar pagos. Xavi Hernández defiende esas naciones, porque se lo está llevando crudo, como el petróleo, pero en España ya hemos visto que si los jeques cierran el grifo, el Málaga se va a Segunda y algún otro club irá por el mismo camino.

El City  y el PSG, de momento, tienen del grifo abierto a raudales, si es que al-Khelaifi no acaba en la cárcel por haber sobornado supuestamente a Joseph Blatter y a Jerome Valcke para obtener las retransmisiones televisivas de los Mundiales de 2022 y 2026 para beIn Sports, que por si alguien no lo sabe es un brazo de Al Jazira y está ligada al PSG. Menudo contubernio. El FBI ha acusado a Al-Khelaifi de esos sobornos y tuvo que declarar en la Justicia suiza. Veremos qué sucede. Blatter y Valcke tuvieron que dimitir. Al-Khelaifi es una incógnita.

El fichaje de Neymar por parte del PSG, que si tiene una deuda llama por teléfono y el gobierno qatarí pone 150 millones de euros en nombre de la Oficina de Turismo de Qatar y ya está,  ha quebrado la normalidad de la competencia privada de los clubes. Florentino Pérez decía desde hace nueve años que en España no sabemos lo difícil que es competir con clubes financiados por estos ricos del petróleo y el gas. Es el buen hacer deportivo del Real Madrid y del Barcelona, con sus errores lógicos de toda gestión al más alto nivel, el que les ha permitido ganar títulos internacionales desde hace una década a pesar de esa desventaja económica que cada vez es y será más evidente.

Hay una realidad que exige respeto. Si un futbolista firma un contrato y admite cobrar un dinero, no puede venir al día siguiente y pedir más porque otro gana más. Esto solo tiene dos soluciones: o se acepta y se respeta lo que uno mismo ha firmado o se busca un traspaso donde le paguen más. Difícil será que le paguen ese mismo dinero que cobra el otro futbolista que ha provocado la odiosa comparación, porque esa es una situación concreta, única e irrepetible. Por ejemplo, el PSG paga 30 millones anuales a Neymar, pero no se los pagaría a un segundo jugador. Ya tiene un efecto mediático, el brasileño, no necesita dos. Si viniera otra estrella, sería para vender la primera. Ahora, mismo solo el City y el PSG abonan esas millonadas a una figura. Y el Barcelona se lo abona a Messi, y solo a Messi,  por que es otro caso único e irrepetible. En parte recibe la ficha ahorrada con Neymar. Si uno quiere compararse con Messi, que cobra 40 millones anuales, es otro caso especial. Bartomeu le ha pagado tanto dinero para evitar su fuga, pues si el argentino se marchaba también, en una tocata y fuga de Lolita futbolística, Bartomeu debía dimitir y convocar elecciones. Messi recibe ese dinero a costa de pagar menos a otros jugadores, que conste. Y de no pagárselo a Neymar.

Cada caso es único y las comparaciones son imposibles. ¿Por qué hay tantos apoderados que firman un contrato que venden como bueno y dos meses después dicen que no vale nada y quieren otro? En el fútbol falta palabra. No hay palabra. Y hay mucho sobrecogedor.

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