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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

El Madrid reconforta a Ancelotti

Tomás González-Martín el

Aceptamos pulpo  como animal de compañía. Admitimos que silben a Cristiano en el Bernabéu por la inoportuna fiesta de cumpleaños. Aceptamos que piten a Casillas por fallar en el segundo gol del Atlético. Pero que protesten contra Ancelotti no. Eso sí que no. Los jugadores dedicaron la victoria de Gelsenkirchen al técnico. Lo dijo Pepe con la sencillez que le define: el Madrid es una familia y Ancelotti es nuestro padre. Amén de toda la plantilla.

Ronaldo señaló con el dedo al italiano tras marcr el primer gol ante el Schalke. Marcelo corrió a abrazarse con su jefe al fusilar el segundo. Él, que se enfadó como nunca cuando fue suplente en la final de Lisboa, porque Coentrao había jugado mejor a lo largo de la temporada. Carlo fue justo en aquella decisión. En el segundo tiempo de la final sacó a Isco y al brasileño. Y el Madrid dominó hasta que Ramos cabeceó la igualada que fue el preludio de la Décima. Fue un aviso para Marcelo. Debía cuidarse más, entrenarse más y jugar mejor. ¡Vaya si lo ha hecho! El lateral brasileño realiza actualmente la mejor temporada de su vida. Por eso, por aquella lección, fue a abrazar a papá Ancelotti. Es un padre para todos. Les dice a cada uno por qué juegan o no juegan. Y qué deben hacer para jugar.

Que se lo digan a Isco. Para ser titular debía bajar, robar, presionar y demostrar su talento innato, que es lo más fácil para él. El malagueño ha aprendido a sudar para ser titular. En la final de Copa de Mestalla dejó clara su transformación. Allí comenzó su revolución individual. Hoy es titular. El andaluz es el ejemplo que pone Ancelotti a los jóvenes para tener un sitio en el equipo.

En Alemania se vio esa unidad del grupo con su entrenador. Ancelotti es tan autocrítico que ha dicho que para que Illarra juegue solo necesita un entrenador que le ponga. También lo explicó en su momento respecto a Isco. El preparador es buena persona y esa es una virtud que los futbolistas valoran. No es, Ancelotti, un entrenador retorcido. Pocas veces ha criticado al equipo en público. Lava los blancos trapos sucios en el vestuario, en su despacho. Acusó a los jugadores de falta de actitud en el Calderón porque era una evidencia que debía resaltar para encontrar la reacción. Le decepcionaron. Ellos lo saben. Los propios profesionales reconocieron tras el 4-0 del Manzanares que no tuvieron esa actitud necesaria para ganar, empezando por Benzema, Cristiano y Casillas, que dieron la cara tras la debacle. Así no podían seguir. Las posteriores fiestas de cumpleaños se añadieron al enfado de la afición. El Madrid venció después al Deportivo en plena tensión, con miedo a las protesas de los seguidores. Y en alemania se liberó.

La Champions era el examen final. Y el Madrid volvió a ser el campeón de Europa. Y el equipo reconfortó a Carlo Ancelotti con el abrazo que se merecía. El italiano tiene ocho tentáculos para controlar el rendimiento de sus hombres, cuida su estado físico, mimarles personalmente, aconsejarles futbolísitcamente, reprenderles de manera positiva, darles minutos, elogiarles y hacerles titulares. Si se dan cuenta, son ocho virtudes. Carlo, en efecto, es el mejor pulpo para tener como compañía de un jugador. Preguntamos en el Chelsea, en el PSG, en el Milán y en el Madrid. En todos los clubes ha dejado esas ocho características. Por eso le quieren los jugadores de todos los lugares. Es un caso extraño. Casi único. Le llaman papá.

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