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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

El Madrid juega el último partido de la temporada con el Boss

Tomás González-Martín el

Florentino Pérez se lo tenía bien callado. El Real Madrid se niega a ceder el Bernabéu para finales de Copa en las que un sector o los dos sectores de la afición se dediquen a insultar a España y al Rey silbando el himno y silbando al Jefe del Estado, mientras sí aceptan recoger la Copa de España de ese mismo Rey y sí admiten competir en la primera competición de España. Esa es la hipocresía reinante con los nacionalismos y quienes les siguen como borreguitos sin pensar en donde están y a donde les llevan. ¿Porqué quieren jugar y ganar la Copa de un país del que reniegan? Que tengan ovarios y no la jueguen. Viven y les hacen congeniar con ese relativismo falso que les hace decir que son independentistas, en Barcelona, y a la vez justificarse con la frase manida de que apoyan a la selección de España porque Cataluña todavía está incluida en ella. Falsos, que son unos falsos.

Dicho esto, el club madrileño se ha negado a prestar su sede para menospreciar a los españoles. Sí lo puso en la final Real Madrid-Atlético de Madrid, en 2013, porque las dos aficiones darían un gran ejemplo de normalidad, de españolidad en una final de tu país, como así vimos. Pero el club blanco dirá siempre no al salvajismo idiota que tanto perjudica a España, un país que por culpa de quienes reniegan de él que ha dado en tres ocasiones, en las tres finales entre el Barcelona y el Athletic disputadas este siglo, una imagen nefasta al exterior con vídeos del ambiente de esa final que se observan desgraciadamente en todo el mundo.

Es irónico que cuando el capitán de esos equipos que juegan a la ambivalencia cogen la Copa de manos del Rey, la reciben con aplausos de su afición. Entonces ya no pitan al Rey. El Real Madrid ha dicho no a esta falta de seriedad. No presta su coliseo  a una final de Copa que desprecia nuestros signos de identidad, con el himno a la cabeza. Y Florentino Pérez ha sacado una carta blanca que tenía bien guardada. Negociaba desde hace tiempo el concierto del Boss en el Bernabéu para la fecha de la final, el 21 de mayo. El Madrid les ha metido un gol a todos. Ganará la final sin jugarla. Los emolumentos que perciba del concierto serán mayores que los que le podía aportar la Copa. Y lo mejor es que así no tiene que soportar a los radicales del Barcelona, que rompen habitualmente todos los baños e instalaciones internas del estadio, dejando cañerías abiertas y el agua saliendo por los pasillos.

Los dirigentes del Barcelona, reyes de esa ambivalencia relativista, llevan un mes pidiendo el Bernabéu. Lo iban a solicitar en su reunión con el Sevilla, el otro finalista, y la Federación. Saben que no se jugará allí, pero sacan siempre el Bernabéu a colación para criticar al Real Madrid, cuando fue el Barcelona el primero que se negó a ceder el Camp Nou a una final del Real Madrid, en 2004, ganada por el Zaragoza en Montjuic. Fue el Barça quien rompió la baraja al impedir que el Real Madrid pudiera jugar y ganar en su casa la final, hace doce años.

La diferencia es que el Madrid, en el Camp Nou, y su afición, habrían aplaudido el himno de España y al Rey. Pero todos sabemos que la afición azulgrana pitará y abroncará el himno de España y al rey en la próxima final, se dispute en el Calderón o en Valencia. Estoy ansioso por presenciar ese duelo entre la afición sevillista coreando el himno español mientras los seguidores del Barcelona lo silban. Porque el sevillismo dará un ejemplo de normalidad. Son españoles, por eso juegan su Copa, y cantarán nuestro himno sin letra con ese tarareo que nuestros internacionales del baloncesto hicieron famoso en todo el mundo cuando le disco del himno español no funcionó y hubo que cantarlo a capela. Ahora, toda la afición sevillista repetirá ese tarareo, como lo hicieron los simpatizantes del Madrid y el Atlético en la final de 2013.

El Real Madrid ha ganado la final de Copa. Ha dejado sin argumentos a los demagogos directivos del Barcelona, apoyados por sus políticos independentistas de alfombra roja y sueldo público fijo. El Boss ha marcado el gol decisivo. Pero Florentino le dio una asistencia perfecta. No había fuera de juego. Los que se han quedado en offside son Bartomeu y su séquito de espías de Roures.

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