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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

El Barça fichó a Griezmann en octubre del año pasado y no pasa nada, si lo hace el Madrid es un escándalo

Tomás González-Martín el

Hemos vuelto a vivir la diferente vara de medir que existe entre el envidiado Real Madrid y el resto del mundo. El Barcelona ha reconocido con sus actuaciones que ha hablado, ha negociado y ha fichado a Griezmann en octubre del año pasado. El francés ha firmado un precontrato con el club azulgrana por el que sería duramente penalizado si al final de temporada decidiera no venir al conjunto catalán. Es decir, el Barcelona que habla siempre de la limpieza universal toca a los jugadores y los ficha cuando están jugando en otro club y con contrato en vigor. Ese comportamiento es sancionable por la UEFA porque solo se permite negociar con un jugador a partir de enero y cuando acaba contrato. Y el Atlético lo ha denunciado ante la UEFA. No es criticable solo esta actuación bochornosa del Barcelona, tanto más grave es la ruindad, la falta de vergüenza demostrada por el Barcelona al anunciar ahora que pagará la cláusula de 100 millones. El acuerdo, que ya estaba firmado hace muchos meses, lo ha hecho público el club barcelonés cuando el Atlético de Madrid se juega la Liga Europa dentro de unos días. Ni siquiera ha tenido el detalle Bartomeu, y sus adláteres, de esperar a que el Atlético jugara la final europea para comunicarlo.

Si esto lo llega a hacer el Real Madrid ¿que estaría pasando? Le estaría criticando todo el mundo, todo el fútbol español y todo el fútbol mundial. El propio Barcelona diría que él no actuaría así. Ya lo hemos vivido muchas veces. La envidia es admiración y al Real Madrid se le exige comportamiento perfecto siempre, pero si lo hace el Barcelona, cuyo complejo ancestral es querer jugar a ser el Real Madrid, no pasa nada.

Al Barcelona nadie le ataca, empezando por esa prensa catalana comprada que utiliza el Barcelona como ariete nacionalista e independentista y que no recibe ni una sola crítica después de varios años sin jugar una final de la Copa de Europa.

Así está el fútbol español. El Barcelona tiene bula y el Real Madrid es vigilado para que no se salga de la foto, se le exige ser perfecto. Ya lo vimos con Cristiano. Tocarle el cubito y el radio a un árbitro son cinco partidos de suspensión. Si Messi abronca a un colegiado dentro del túnel de vestuarios, le amilana y le amenaza, no es ni tarjeta a amarilla. ¿A esto le llama usted señor Sánchez Arminio competición justa y objetiva? ¡Madre mía!

Ahora el Real Madrid se juega su decimotercera Champions, la tercera consecutiva, la cuarta en cinco años y todos los envidiosos están que rabian. Hoy, todos son forofos del Liverpool, aunque el noventa por ciento de ellos no saben ni dónde está Liverpool.. Les pones un mapa y podría señalar América del Sur.

Pero este mundo del fútbol patrio es así. Al Real Madrid le esperan con ansia sus enemigos y como pierda esa final, y alguna vez tendrá que perder, le van a llamar fracasado. Llegar a la final tres veces consecutivas será para muchos un fracaso. Al equipo blanco le están esperando con ganas. El Real Madrid lo sabe, pero no puede comportarse mal en ninguna faceta, ni la deportiva ni la institucional. Para eso ya está el Barcelona y le sale gratis.

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