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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Cristiano puede rendir bien hasta los 35, solo piensa en eso

Tomás González-Martín el

Luis Aragonés lo argumentaba pocos meses antes de marcharse al cielo a jugar al fútbol con Aparicio, Marcel Domingo, Glaría, Puskas y Marquitos: con la preparación física de hoy, con la alimentación correcta y con la sabiduría científica que existe, un profesional puede rendir hoy al máximo nivel hasta los 35 años. Cristiano Ronaldo tiene ese reto. Dice que quiere ser competitivo hasta los 41, como Puskas, contestó a ABC al cuestionarle si deseaba estar en el Real Madrid hasta los 39, como el astro húngaro. Ferenc dejó el club blanco dos meses después de cumplir los 39, ya suplente del Real Madrid que ganó la sexta Copa de Europa al Partizán de Belgrado en Bruselas, con Pirri y Velázquez como nuevos centrocampistas de la era yé-yé. Ronaldo aspira a repetir esa gesta. Su ambición es el arma que le permite aspirar a ello.
Tiene 31 años, renueva hasta los 36 y lo primero que afirma es que no será su último contrato. Ese canibalismo profesional por ser el mejor es la base de su continuidad al más alto nivel. En muchos casos, el descenso de rendimiento no es físico, sino mental. Hay futbolistas que están cansados psicológicamente de pelear por los mayores retos, con la presión que conlleva un club grande como el Real Madrid, y tiran la toalla cuando sus genes aún aguantarían el ritmo una o dos temporadas más. El portugués es todo lo contrario. Si su físico lo soportara, querría jugar hasta los sesenta. Desearía ganar diez Balones de Oro, ocho premios FIFA The Best, quince botas de Oro, catorce Pichichis y dejar su actual récod de goleador histórico de la Champions en 200 tantos. Es esa mentalidad de querer ser el número siempre la que alimenta su competitividad. Messi, una estrella monumental, no posee ese ansia por ser el número uno. Ronaldo lo lleva de serie.
Nacer en una casa de uralita en un barrio marginal, Andorinha, allá en Funchal, suscita muchas reacciones para querer comerse el mundo antes de que el mundo te siga comiendo a ti. El mundo se comió a su padre Dinis, quemado por el alcohol. Uno de sus hermanos ha tenido problemas de drogas. Ronaldo, el hermano más pequeño, lo vio. Lo calibró. Reflexionó. No sería otro derrotado más. No se resignaría. Y luchó siempre para salir de los arrabales de la vida. Para sacar a su madre Dolores y a sus hermanos de aquello. Lo ha conseguido. Y quiere continuar siendo el mejor. No se conforma. Nunca se quiere aburguesar. Ha firmado por cinco años y será interesante observar hasta cuando rinde al máximo nivel.
Ha renovado hasta los 36. Felicidad grande, que merece celebrar con el bacalao que hace como nadie mamá Dolores Aveiro, que si contara toda su vida de verdad sería una telenovela de mil capítulos. Su hijo es el número uno. Aspira a recibir el cuarto balón de Oro en diciembre. Y al FIFA Player The Best. Hasta la eternidad. Puede rendir hasta los 35, como Aduriz lo hace hoy, porque solo piensa en fútbol. En ser el mejor. No piensa en fiestas, mujeres u otros fastos.
El hombre que gana 54 millones de euros al año entre fútbol, negocios y publicidad solo piensa en fútbol, como cuando era pobre, tenía ocho años y lloraba porque su Andorinha ganaba y él no había marcado gol. Se culpaba de no haber ayudado al equipo. Ahora entenderán su enfado cuando no marca en el Madrid. Se siente que no ha aportado nada. A ver si le entienden de una vez. A los 31 años sigue teniendo la ilusión de cuando era niño. Quiere ser el mejor y hacer gol ¿Pueden comprenderlo sus enemigos y dejar de demostrar la envidia que le tienen? Será imposible, pero la verdad está dicha.

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